Si ayer se hubiera realizado una encuesta antes del partido preguntando quién sería el mejor del encuentro, pocos habrían apostado por Vildoza, cuya presencia en la cancha fue una incógnita hasta el último momento. El argentino llegaba después de tener que retirarse del partido contra el Barça en la Euroliga, en el que dio el susto tras un mal gesto con la rodilla. Afortunadamente, se quedó solo en una contusión, pero se antojaba complicado que estuviera en plenitud física apenas dos días después de la lesión. Sorprendentemente, Vildoza no solo pudo jugar sin problemas, sino que además completó uno de sus mejores partidos de la temporada, llevando en volandas a su equipo con 23 puntos y 27 de valoración.

En los tres primeros cuartos la actuación de Vildoza fue más discreta, aunque ayudó a que el equipo fuera sumando puntos y se mantuviera en el partido a pesar de la baja aportación de anotadores habituales como Henry y Polonara. El argentino logró con sus penetraciones a canasta ir a la línea de tiros libres en varias ocasiones, disipando cualquier duda acerca de su estado físico. Eso sí, volvió a dar el susto a los aficionados y a Dusko Ivanovic cuando en la segunda parte se torció el tobillo en un tropezón con Sedekerskis. Una acción que, tras la explosión del argentino en el último cuarto, se quedó en una anécdota.

Recurso del doble base Hasta los últimos diez minutos, Vildoza y Henry se fueron turnando en el puesto de director de orquesta, aportando en diferentes aspectos del juego. Con el de Quilmes sobre el parqué, el equipo atacó mejor, mientras que Henry ejerció de asistente y se puso el mono de trabajo en defensa, especialmente a la hora de frenar a Robertson, al que le hizo la vida imposible mientras ambos estaban en la cancha. Sin embargo, ninguna de las dos alternativas terminó de funcionar, hasta que Dusko Ivanovic decidió juntarlos a los dos en el cuarto decisivo, un recurso habitual del montenegrino.

Con ambos compartiendo la batuta, el TD Systems Baskonia se convirtió en un equipo totalmente diferente. Los diez últimos minutos fueron un monólogo de los dos bases baskonistas. Vildoza se desmelenó definitivamente e hizo trizas la defensa rival, anotando canastas de muy diferente factura y mostrando un gran acierto desde la línea de 6,75 metros. Cuando el Obradoiro aún oponía resistencia, con 69-63 en el marcador, Vildoza sumó nueve puntos consecutivos para su equipo, forzando también una antideportiva, para igualar el encuentro a 72.

Fue en ese momento, en las posesiones en las que el balón quema, cuando un enfurecido Henry se unió al festival. Mientras al Obradoiro le costaba sudor y lágrimas facturar puntos, al Baskonia le sobraba con la calidad y la inspiración de sus bases. Prácticamente entre ellos dos cuajaron un parcial de 6-21 que tiró por tierra todo el esfuerzo local.