Las congas siempre son difíciles de comenzar. Es una realidad. ¿Me seguirán? ¿Conseguiremos que dure? O por el contrario me quedaré solo y me iré desvaneciendo poco a poco hasta desaparecer. Al final, y como todo en la vida, hay que echarle valor. El coraje que sí que tuvo la Fanfarre Biotzatarrak en el pasado siglo y el cual ha trascendido a tal nivel que llega hasta nuestros días e incluso ha sobrepasado cualquier posible muro geográfico. Y es que, allá por donde pasa la txaranga aparecen las masas y contagian ese espíritu festivo que tan bien transmiten pero, ¿cómo se ha llegado a eso? Hoy en día levantas una piedra y surgen 1.000 fanfarres, pero ninguna posee el tirón de Biotzatarrak, ninguna emana ese espíritu como lo hacen ellos. Está claro que tienen un gen especial, un "algo" difícil de explicar y es eso, precisamente, lo que les hace únicos en su especie.
Por eso mismo, siempre hay que tener en cuenta los orígenes, ya que es muy fácil subirse al barco cuando éste navega con rumbo fijo y a toda vela. Esta conga ha ido cogiendo forma y volumen con el paso de los años, con cada Copa del Rey, con cada vivencia y experiencia y con cada persona e integrante nuevo que se ha sumado para aportar alegría y diversión. Pero la gran pregunta es, ¿quién, cuándo y cómo comenzó el ritmo sincopado de la Fanfarre Biotzatarrak?
Como todas las buenas historias, todo comienza con una casualidad. Vitoria es una ciudad donde -prácticamente- todos estamos conectados y nos conocemos. Gracias a esas bonitas relaciones y a raíz de una recomendación de unos integrantes del grupo Indar Baskonia, la txaranga y el club azulgrana unieron sus caminos allá por 1986. El debut musical se produjo en Mendizorrotza en las tan míticas sillas de madera donde el Caja de Álava recibía al Cacaolat Granollers. Un recuerdo imborrable para muchos integrantes de la fanfarre como bien afirma Andoni Duque. "Un recuerdo para enmarcar, de los que te acuerdas toda la vida".
Y como una buena barbacoa, la brasa fue cogiendo temperatura hasta alcanzar su punto idóneo en 1994, donde 12 integrantes de la fanfarre acudieron a la Copa de Sevilla para animar el ambiente del pabellón, igual que hacían en la capital vasca. Aquel torneo del K.O. bien quedó guardado en todas las memorias baskonistas, y no solo en lo deportivo donde el conjunto vitoriano llegó a la final, sino porque en lo extradeportivo se comenzó a fraguar el ambiente que hoy tanto disfrutan los aficionados del baloncesto. Aquella final siempre será recordada por el parón que hubo en pleno partido con la rotura de la canasta. "Un punto de inflexión", como bien apunta Pako y que reafirma Mireya, "rellenamos ese hueco que había". La Fanfarre Biotzatarrak se puso a tocar solo como ellos saben hacerlo, con su estilo y su gran repertorio (canciones de verbenas, pasodobles€). "La idea era que no se aburrieran, porque en aquella época no había móviles y teníamos que entretenernos", confirma Da Capo. En ese impasse, la afición azulgrana se vino aún más arriba y se formó la tan famosa conga que dio la vuelta al pabellón. El resultado era lo de menos, apunta Moi. "Fue una final y fue como si la hubiéramos ganado".
Lo que pudo ser algo anecdótico se estiró a los pocos días en Lausana, donde viajaron en autobús con literas en un trayecto para el recuerdo y donde todos los integrantes de la txaranga coinciden que "este fue el punto de salida" para llegar hasta el día de hoy. "Pese a que nos fusilaran a triples, la idea que teníamos en mente era la de divertirnos", evoca Da Capo. Y es que "hora y media después de que finalizara el encuentro seguíamos tocando", añade Lagartijo.
El listón estaba muy alto tras los acontecimientos de Sevilla y Lausana, pero el gen Biotzatarrak no es el de detenerse o esperar. A la temporada siguiente, a Granada, ya acudieron hasta 20 miembros de la txaranga, donde ya ejercieron de amuleto de la buena suerte para que el Baskonia ganara su primera Copa del Rey. Y a pesar de ello, "nos comportamos de la misma manera, ya que hacemos lo mismo gane o pierda el Baskonia", puntualiza Pako. Es decir, la fanfarre siempre lo da todo y se celebra la presencia del equipo allá donde esté.
Los años han ido transcurriendo y se viven otros tiempos. "Nosotros como txaranga no hemos ido cambiando, pero sí hemos notado un cambio en la forma de la gente de entender el baloncesto", precisa Andoni, quien tiene claro que al principio "el evento era puramente deportivo y que ahora es un evento festivo". La Copa del Rey se ha convertido en el torneo por excelencia de las aficiones, pero esto no se ha logrado de la noche a la mañana. Antes, fuera del pabellón, "muchos aficionados no llevaban las camisetas de sus equipos, como mucho alguna bufanda. Ahora hay mucho atrezo y hasta disfraces aunque no sea carnaval", indica Pako.
Aunque el Baskonia no esté presente en la competición, como la temporada pasada, los aficionados siempre buscan a la fanfarre. Y es que se han convertido en esa parte dinamizadora y en el punto de encuentro donde todo el mundo se reúne. "Simplemente ayudamos a la fiesta", señala Andoni. "La clave está en nuestras ganas de querer pasarlo bien y por eso tocamos todos los días", enfatiza Pako.
La Fanfarre Biotzatarrak es una "txaranga atípica y no solo en este evento", comenta Andoni, ya que es una asociación sin ánimo de lucro. Nadie cobra nada y todos están por altruismo personal. La txaranga no sigue ningún plan ni guión y quizá por eso mismo funciona tan bien, porque siempre que tocan lo hacen como si fuera la primera vez.
Cuando el baloncesto va tan rápido, el conocerse es clave, ya que cada miembro sabe exactamente cuándo y qué hay que tocar. "Siempre estamos conectados y el ensamblar un deporte tan rápido con la música es difícil. Y en ese punto es donde quizá sí que hemos sido pioneros y hemos sabido interpretarlo", afirma Andoni, a lo que añade Pako, "jamás llevamos partituras". Por su parte, Lagartijo lo confirma. "A veces, empiezas a tocar tú y otras veces te unes a la afición y en otros casos algunos temas surgen de tonterías que pasan en el día a día".
El buen rollo que se nota que tienen dentro es lo que luego facilita que se contagie al exterior. Al final, son una familia que nunca deja de crecer, ya que las puertas de la txaranga nunca estarán cerradas para nadie y todo el mundo puede unirse a la diversión. Incluso hay personas que vienen de otras txarangas y gente que ni siquiera ha tocado en ningún lado, como Malaguita, o un trompeta de Valencia o Joanes de Donosti. Todos recuerdan también con alguna sonrisa que Dea Ivanovic -hija del técnico- ha llegado a tocar con ellos en alguna que otra ocasión.
Cuando todo funciona tan bien, solo puede significar una cosa: una gran organización detrás. Y aunque cada Copa sea diferente a la hora de hablar con las instituciones o las ciudades, dentro de la fanfarre nadie se queja. En alguna edición algunos han dormido en hoteles de 4 estrellas y otros en hostales y nadie levanta la voz. Eso es Biotzatarrak.
Con tanto recorrido es difícil elegir una Copa como su favorita, pero en Canarias 2013, cuando el Baskonia no se clasificó y aún así, 600 aficionados de Vitoria acudieron a las islas fue un recuerdo único para algunos de ellos. Lagartijo lo cuenta y aún se le ponen los pelos como escarpias. "Entramos al pabellón con el primer partido empezado, íbamos con calma y al entrar, la gente de Vitoria se puso de pie y comenzaron a aplaudirnos". Andoni no se corta al confirmar que él lloró al ver tal imagen. Unas lágrimas de pura emoción y alegría. Una copa para el recuerdo también para Da Capo, quien desliza entre risas que al ser solo cuatro, llevaron instrumentos para dejárselos a alguien y que así les ayudaran a tocar.
Por su parte, Pako también afirma que la Copa de Madrid del 2006, en la que el Baskonia ganó en el Palacio de los Deportes, fue especial al contemplar la enorme marea roja del Baskonia, algo que no puede describirse. En un inciso, Don Celes, deja caer que Moscú fue especial, pero las Final Four ya son para otra "conga". Él mismo recuerda con orgullo su llegada a la fanfarre. "Un día después del vermú me acerqué y les comenté que quería unirme a ellos y que no sabía tocar nada y aún así me aceptaron". Por otro lado, Xabi rememora la Copa de Málaga de forma graciosa. "Para cuando llegamos, el Baskonia ya estaba eliminado, pero nos quedamos para disfrutar del ambiente".
Al final, nadie es más importante que nadie. "La afición está por encima de lo que nosotros hacemos. Biotzatarrak es un complemento para ellos y la dependencia es mutua", afirma Andoni. A lo que Mireya añade que "tal vez sin nosotros la afición echaría en falta ese arranque". Todos tienen claro que su esfuerzo se compensa al comprobar la satisfacción interna y la alegría de la gente de fuera. "Con eso es suficiente", opinan.
La juventud viene pisando fuerte e igual que sucede en los clubes deportivos hay que pensar en el mañana para que la calidad no decaiga y mantener el nivel deportivo e instrumental. La Fanfarre Biotzatarrak no es una excepción y poseen un gran futuro por delante con las jóvenes promesas que tienen en sus filas. Aunque realmente, aclaran, "nosotros no fichamos". "La gran pregunta es por qué quieren ellos venir con nosotros. Y es que hay que reconocer que estamos un poco zumbados", se ríe Pako.
Una de las jóvenes, Andrea, comenta que para ella fue una gran oportunidad el poder tocar en los partidos del Baskonia. "Llevábamos años escuchando sus historias sobre las Copas en los diferentes encuentros de las fanfarres y la realidad superó las expectativas. El ir al torneo y ver ese cúmulo de emociones no tiene explicación. Otro gran momento fue cuando tocamos en la Kalejira de Vitoria donde no éramos conscientes de cuánta gente llevábamos detrás". Para Óscar Jiménez, todo empezó en las Copas de Madrid y Málaga. "A la segunda acudí con un esguince porque sabía que el ambiente es tan abrumador que te hace olvidar hasta el dolor". Héctor, en cambio, solo ha vivido una Copa, de la que resalta que "la rivalidad deportiva no está, para nada, reñida con la diversión y el disfrute".
Cuando llega un parón siempre se tiende a echar la vista atrás y por la mente puede pasar la pregunta de cuánto se podrá estirar la cuerda, pero toda la fanfarre coincide en que será "hasta que se arrastren". Todos tienen claro que cada año surge algo nuevo que hace que la Copa sea especial y, por eso, seguirán dando guerra "tanto tiempo como nos dejen", comenta Da Capo. A lo que Andoni añade que "si llevamos con ellos 34 años es porque les gusta lo que hacemos y que combinamos el basket con la música de una forma bonita".
En resumidas cuentas, la Copa para Biotzatarrak es: basket, música, fiesta y amigos. En lo único que no coinciden entre ellos es en el orden de esta descripción, pero sí tienen clara una cosa. Todos quieren reactivar el "reloj musical" que se ha parado, como bien comenta Moi. Ahora, "solo esperemos que la siguiente Copa - cuando se pueda viajar - no sea en Vitoria y así poder movernos", asegura entre risas Da Capo.
Ahora ya todos conocemos cuándo comenzó esta historia, pero lo que no sabemos es dónde está su final, lo cual esperemos que sea una pregunta que no tengamos que responder nunca y que podamos seguir disfrutando de la "Conga de Biotzatarrak".
1986. Debut de la fanfarre Biotzatarrak en Mendizorroza.
1994. Estreno en la Copa de Sevilla.
1997. Ausencia Copa Cáceres.
2001. Ausencia Copa Málaga.
2019. 8 equipos, 9 aficiones en Canarias.
PANDEMIA
EL MOMENTO MÁS DURO EN MARZO
Gran golpe. El pasado mes de marzo, la Fanfarre Biotzatarrak perdió a un miembro con el fallecimiento de Javier Uriel (Karod). La pandemia ha golpeado fuerte a la txaranga y no por no poder tocar, sino por perder a un compañero. "Esto ha sido lo más duro que nos ha podido pasar. Emocionalmente cuando volvamos a la rutina será duro porque será cuando echemos en falta a nuestro compañero".
SUS FRASES
"Nadie es más importante que nadie y la afición está por encima de nosotros"
"En la Copa de Canarias lloramos de la emoción por el recibimiento de la afición hacia nosotros"
"La Copa del Rey es basket, música, fiesta y amigos; ahora solo queremos que se reactive el reloj musical"
"Como txaranga no hemos cambiado, pero sí hemos notado que la gente entiende el evento de forma distinta"