ergio Hernández está cumpliendo el sueño que comenzó cuando aquel adolescente de Bahía Blanca se colaba en el pabellón donde la selección de Argentina realizaba sus entrenamientos y quedó aplazado hace casi 20 años. Entonces, en la temporada 2002-03, era un entrenador desconocido en Europa que vivió su primera experiencia en el baloncesto español cuando fue contratado a mitad de curso por el Cantabria Lobos de Torrelavega de la Liga LEB en la que ya estaba el Bilbao Basket. Al acabar esa tarea, regresó a Argentina donde alcanzó la fama y se ha convirtió en un técnico de gran reputación por sus éxitos al frente de la selección albiceleste: los principales, el bronce olímpico en 2008 al frente de la Generación Dorada y, sobre todo, la plata de gran mérito en la pasada Copa del Mundo de 2019 con un grupo de jugadores al que sacó todo el jugo posible.
Durante todos estos años el Oveja anheló una oportunidad del baloncesto europeo que, a sus 57 años, veía casi imposible. Y esta, al fin, le ha llegado del lugar preciso, como guionizado por el destino. El Casademont Zaragoza le reclamó hace un mes para sustituir a Diego Ocampo en la misma ciudad donde dirigió, aunque a otro club, a principios de los 80 León Najnudel, a quien Hernández considera uno de sus referentes y uno de los responsables del crecimiento del baloncesto en Argentina ya que fue el creador de la Liga Nacional con muchos de las ideas que tomó en su etapa en la ciudad del Pilar. "Entrenar en la Liga Endesa es un motivo de felicidad", dijo en su presentación el técnico bahiense, orgulloso de entrenar en una ciudad con gran tradición de baloncesto, "que también tiene una parte cultural y eso me atraía".
Fichar por el Zaragoza conlleva que deba dejar la selección argentina ya que la norma de la ACB no permite compatibilizar ambos cargos. De todas formas, en su contrato quedó abierta la posibilidad de dirigir a la albiceleste en los Juegos de Tokio, como es el deseo de la Asociación Argentina. "Ha sido doloroso, pero la vida está hecha de momentos, de decisiones, y este es mi momento y esta es mi decisión. Respondo lo que siento y me siento bien con esta elección", aseguró. Porque si algo tenía claro Sergio Hernández es que quería "sentir la acción" de entrenar cada semana después de muchos años "en los que pasaba ocho o nueve meses de trabajo en la oficina". Tampoco le llamaba la atención formar parte de un cuerpo técnico en una liga importante "para cortar vídeos y hacer scouting porque no soy bueno". Le llegaron algunas ofertas de la NBA, pero "no quiero estar metido en un laboratorio sacando estadística avanzada porque no es algo que sienta".
La vida del Oveja está a pie de cancha para tratar ahora de transmitir su energía a un equipo que no está cumpliendo las expectativas. Su llegada le convierte en el séptimo entrenador argentino que se sienta en un banquillo de la Liga Endesa. Después de Najnudel, lo hicieron Julio Lamas, Rubén Magnano, Marcelo Nicola, Néstor García y Pablo Prigioni. En realidad, a este lado del Atlántico siempre ha habido cierta reticencia hacia los entrenadores latinoamericanos, algo curioso cuando los jugadores de aquella procedencia llegan en masa. De hecho, en Zaragoza coincidirá Hernández con Nicolás Brussino, uno de sus discípulos más aventajados en la albiceleste.
El preparador bahiense está considerado un gran motivador y un tipo muy avispado para leer las situaciones de partido, pero de momento su incorporación no ha tenido el efecto deseado. El Casademont Zaragoza logró la primera victoria bajo su dirección en la Liga Endesa después de cuatro derrotas. "Nos falta saber ganar porque llevamos el mando en el 70% de los minutos", es la conclusión del Oveja mientras trata de armar la idea que impulse a un equipo con muchos cambios en su plantilla desde que empezó la competición.