Se agarró el Baskonia con uñas y dientes al objetivo de la quinta Supercopa, pero el instinto de supervivencia acreditado en la pasada fase final de la Liga ACB no fue esta vez suficiente. La efervescencia y la fe vitorianas únicamente sirvieron para prolongar la lenta agonía de una derrota rumiada desde prácticamente el salto inicial. Sendas desconexiones impropias a estos niveles privaron ayer a la tropa de Ivanovic de una alegría en un torneo menor ante un Barcelona con el susto metido en el cuerpo pero, a la postre, dominador del típico partido de pretemporada.

En el primer cuarto sobrevino un parcial de 0-16 con Calathes como abanderado del dominio catalán. Tras el descanso surgió de la nada la muñeca caliente de Álex Abrines -16 puntos consecutivos con tiros liberados- para capitanear otro doloroso 0-13 y convertir el billete para la gran final del primer evento de la temporada en una auténtica quimera. Remar y remar hasta la extenuación para, como suele decirse en estos casos, acabar ahogado en la orilla y con la miel en los labios. Mucho que mejorar pero buenas sensaciones de casi todos los fichajes, primeros minutos importantes para los jóvenes y la sensación de que este renovado proyecto puede volver a ser una china en el zapato de los más poderosos en todos los frentes a poco que la llegada de algún escolta anotador brinde recursos más afilados.

El infatigable esfuerzo de un omnipresente Henry resultó estéril, aunque resultó encomiable la forma en que el Baskonia trató de rebelarse ante la supremacía culé. Los viejos fantasmas ligueros de un Barcelona empeñado en regalar vidas extra estuvieron a punto de hacer acto de presencia en La Laguna. Tan solo un providencial tapón de Davies al héroe del intento de remontada en las filas de Ivanovic envió a la lona a los alaveses. Aciertos y errores a partes iguales en una jornada reveladora para percatarse de la necesidad de reforzar una batería exterior corta en cuanto a amenaza y desequilibrio en el uno contra uno. El corazón, la casta y la fortaleza mental no bastan en determinadas refriegas del máximo nivel y el conjunto catalán fue justo ganador tras llevar en todo momento la delantera en el marcador.

El progresivo crecimiento del Baskonia fue cortado de raíz por el alero balear, autor de una impresionante tacada de puntos tras el intermedio que dejó casi herido de muerte al equipo vitoriano, siempre un paso por detrás de un Barcelona más consistente y compacto que el de la pasada fase final de la Liga ACB pese a que en el epílogo sufrió un nuevo temblor de piernas. A pesar de la perseverancia, el carácter y un espíritu de lucha digno de elogio, esta vez no se consumó el conato de rebelión ante un gigante blaugrana en el que el silencioso Mirotic terminó imponiendo su ley con puntos decisivos.

Al Baskonia se le indigestó durante muchos minutos la asfixiante defensa de un ogro culé mucho más competitivo de la mano de Jasikevicius. El equipo vitoriano vio cuesta arriba desde el salto inicial el objetivo de una nueva final, en parte tras una pájara anotadora que le hizo remar a contracorriente. El Barcelona controló el tempo del clásico partido de pretemporada con dos conjuntos lejos de la plenitud baloncestística y física que rivalizaron en errores y ataques pastosos.

Dentro del caos reinante en el Santiago Martín, el Barcelona marcó la pauta gracias a los chispazos de clarividencia de Calathes, su nueva brújula en el timón que ya está dejando su impronta desde los primeros pasos como blaugrana. El base greco-estadounidense castigó en la primera mitad los desajustes defensivos en las filas de Ivanovic, que como cabía esperar no utilizó la carta de un Fall escaso de rodaje, no rescató del anonimato a Sedekerskis y prescindió de Raieste tras sus prematuros problemas con las faltas.

La primera prueba de fuego de la temporada sirvió para constatar que la plantilla alavesa no va sobrada en los puestos exteriores y urge tapar cuanto antes el agujero creado por la apuesta fallida de Carrington. Con todo, el Baskonia abandonó el Santiago Martín con la cabeza bien alta. Convencido de que, pese a su plantel incompleto, atesora un curso más los mimbres suficientes para dar la sorpresa frente a rivales de hechuras, a priori, inalcanzables. Ivanovic y los nuevos fichajes merecen un margen de confianza en este sentido.

Dos graves pájaras El objetivo de acceder a una nueva final se vio truncado para el Baskonia por culpa de dos desconexiones muy graves a estos niveles. En el primer cuarto, incapaz de controlar a Calathes, recibió un 0-16 y tras el descanso encajó otro doloroso 0-13 tras una impresionante tacada de puntos de Álex Abrines.

Gran espíritu de lucha El primer partido oficial del curso destapó la imperiosa necesidad de incorporar un escolta anotador, pero casi todos los fichajes dejaron buenas sensaciones e incluso hubo minutos para los jóvenes. El Baskonia nunca se rindió ni arrojó la toalla pese a las concluyentes ventajas de un Barcelona más estable.