- La Euroliga se resiste a hincar la rodilla ante el drama del coronavirus. Es la principal conclusión de la videoconferencia telemática que mantuvieron ayer los once clubes dueños de una licencia A dentro de la competición para fijar una estrategia que permita abordar la cada vez más compleja finalización de la temporada 2019-20. El cónclave realizado por vía telemática, con presencia de Josean Querejeta por parte del Baskonia, no sirvió para constatar grandes avances ante la certeza de que la emergencia sanitaria derivada del covid-19 corre el serio riesgo de desbaratar el objetivo generalizado de reanudar la competición.
A diferencia de lo sucedido tras la última reunión extraordinaria, en la que la Euroliga estableció el 11 de abril como fecha excesivamente optimista para intentar retomar el pulso al torneo, esta vez el organismo presidido por Jordi Bertomeu eludió seguir haciendo castillos en el aire. En consonancia con la prudencia adoptada por el fútbol, el evento más glamuroso del Viejo Continente "se reanudará una vez que la situación permita que haya condiciones óptimas de salud y seguridad para todos los participantes, siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias relevantes y los gobiernos locales", según rezó el comunicado hecho público tras una reunión que se inició a las 10.00 horas.
La emergencia sanitaria golpeó de lleno a la Euroliga cuando todavía restaban por disputarse las seis últimas jornadas de la fase regular, el play off de cuartos de final al mejor de cinco capítulos y obviamente la Final a Cuatro, prevista en el Lanxess Arena de Colonia (Alemania) entre los días 22 y 24 de mayo. Pese que por razones obvias no habrá fechas disponibles en el calendario para cumplir este plan y el choque con las ligas nacionales promete enrevesar más si cabe el asunto, la Euroliga insistió en que "la prioridad es finalizar la temporada 2019-20 con el formato existente".
A continuación, eso sí, los clubes dejaron claro que "esto probablemente implicaría terminar más allá de las fechas programadas originalmente para mayo, con la frecuencia de partidos potencialmente condensados, si es necesario". Es decir, pese al pequeño alivio de la cancelación de los Juegos Olímpicos de Tokio que permitirá estirar la actual campaña hasta finales de junio, todo hace indicar que, si la pandemia del coronavirus finalmente lo permite, se reducirá el número de encuentros correspondientes al Top 8.
Lo cierto es que, tal y como sucede con otras competiciones deportivas, el tiempo ya corre seriamente en contra de los intereses de la Euroliga y la sombra de una cancelación definitiva del torneo ya es demasiado alargada. De hecho, hay voces como la de Tony Parker, propietario del Asvel francés, que instan a dar carpetazo definitivo a la posibilidad de finalizar el curso pese al terrible impacto para las cuentas de los participantes. A todo ello también se suman las dudas del ELPA, el sindicato de jugadores del que forma parte el baskonista Tornike Shengelia, que se opone a volver a competir si no es con unas máximas condiciones de seguridad.
En la reunión de ayer también se alcanzó un consenso a la hora de favorecer "el posible retorno de jugadores y entrenadores a sus ciudades de origen". Por último, los clubes fijaron "unas regulaciones de estabilidad financiera más flexibles" que abrirán en breve la puerta a significativos ajustes salariales durante el tiempo que dure la pandemia. La Euroliga asume que las pérdidas económicas en próximas fechas serán de un calibre descomunal, de ahí que los contratos de jugadores y técnicos vayan a ser retocados en aras de favorecer la estabilidad de los proyectos.
Precedente peligroso. La CBA china tenía previsto reanudarse a mediados de abril, pero finalmente no lo hará hasta mayo. Pese a que Wuhan, el epicentro inicial del coronavirus en el país asiático, levantará su cuarentena el 8 de abril, los rectores de la competición han decidido alargar los plazos con el fin de no poner en peligro la salud de los jugadores. Es decir, estos habrán pasado prácticamente tres meses de confinamiento desde el último partido oficial. Nadie quiere dar un paso atrás en la lucha contra el covid-19 tras la cancelación de los Juegos Olímpicos y las autoridades locales han decidido que las 16 jornadas restantes se jueguen en apenas cuatro semanas, por lo que el ritmo de encuentros será frenético. Los baloncestistas extranjeros que vuelvan a China deberán permanecer 14 días de obligada cuarentena, encerrados en un hotel o una asa. Allí les tomarán la temperatura, al menos, un par de veces al día.
La suspensión provisional hasta el 11 de abril pasa a ser indefinida, pero hay equipos que quieren abiertamente cancelar ya la competición
Se contempla la posibilidad de que jugadores y técnicos regresen a sus países de origen y que haya ajustes salariales ante las pérdidas