Vitoria - Tan solo han sido dos victorias al amparo del Buesa Arena ante rivales asequibles (Asvel Villeurbanne y Obradoiro), pero los sufridores aficionados del Baskonia tienen el derecho a ilusionarse con, al menos, un digno final de trayecto que cambie el agrio sabor de boca de la que estaba siendo peor temporada del club en su historia reciente. Eso sí, siempre existe el temor a recaídas fatales cuando la plantilla no está al mismo nivel que otras y regresarán las curvas en un calendario que se va a suavizar a corto plazo.

Ello no es óbice para celebrar que las hechuras mostradas por el conjunto vitoriano en esta última semana dibujan un panorama mucho más alentador del que existía hasta hace bien poco. Esa desconocida sensación de autoridad acreditada ante franceses y gallegos había brillado por su ausencia y ese es un buen punto de partida hacia la estabilidad soñada que permita escalar posiciones en la ACB y la Euroliga.

Dos partidos con el denominador común de una férrea actitud defensiva, una marcada voluntad para las transiciones y un elevado ritmo de juego sustentado, esta vez sí, en una plantilla más larga que permite dosificaciones y ciertas licencias. Velimir Perasovic, durante los meses que estuvo en Vitoria, y ahora Dusko Ivanovic miraban hacia el banquillo y apenas tenían donde elegir ante la inacción del club para cubrir el vacío de los lesionados. Ahora los recursos se han ampliado de forma notable y el Baskonia maneja la rotación lógica de cualquier equipo que compagina dos competiciones de enorme exigencia.

Pocos cuestionan la valía de dos incorporaciones como Semaj Christon y Zoran Dragic que han aliviado las graves penurias existentes en la dirección de juego y el perímetro. Lo del base estadounidense y del exterior esloveno ha sido llegar y besar el santo. Su integración en el Baskonia está siendo positiva y ambos han sumado desde el primer día, cosa poca habitual en muchas adquisiciones concretadas a mitad de campaña que necesitan su pertinente tiempo para acoplarse.

El montenegrino les ha concedido un rol muy importante en sus esquemas y los dos jugadores procedentes del Limoges y Ratiopharm, respectivamente, están respondiendo a su confianza. Pese a las pocas sesiones de entrenamiento, no solo hacen números en el plano estadístico sino también ayudan a mejorar las sensaciones colectivas.

Henry, la guinda Christon ha inyectado orden, rigor y criterio al timón, virtudes que escaseaban en una demarcación maldita desde el inicio de la campaña. Se trata de un base de corte clásico y con buen conocimiento de los entresijos de este juego que sabe leer dónde pueden radicar las ventajas. Incluso Eric parece ya un pívot más productivo con un director como él a su lado que sabe nutrirle de buenos balones. A la vuelta del parón, el de Cincinnati tiene visos de conformar una pareja de muchos quilates con Henry, algo más imprevisible y anárquico en la toma de decisiones.

Todo hace indicar que ambos norteamericanos podrán simultanear su presencia y serán los elegidos por Ivanovic para configurar la pareja de extracomunitarios en la Liga ACB, donde el cuestionado Stauskas se perfila como el gran sacrificado salvo un brusco giro de los acontecimientos. Con Christon y Henry en pista, la intensidad y la presión alta -aspectos innegociables para el técnico de Bijelo Polje- deben ser una constante que propicien robos de balón y canastas fáciles a la contra. Ello a sabiendas también de que puede llegar a resentirse la creatividad o el acierto desde la larga distancia.

El incuestionable liderazgo de un Shengelia que no da muestras de fatiga pese a los muchos kilómetros acumulados en sus piernas, la pujanza de Shields en casi todas las facetas del juego o el incansable trabajo de ese guerrero llamado Polonara en el rebote ofensivo completan el capítulo de brotes verdes. Por contra, el difícil momento por el que atraviesa Stauskas en el plano anímico y el residual protagonismo de Fall son aspectos a los que Ivanovic debe tratar de meter el bisturí en busca de una mejoría urgente.

La situación azulgrana en la ACB y la Euroliga dista todavía mucho de ser la ideal. A una victoria de la octava posición en el frente doméstico y a dos del Top 8, un objetivo a día de hoy plagado de espinas, el margen de error se ha reducido hasta límites insospechados. De ahí que resulte imperioso encadenar una buena tacada en ambas competiciones con el fin de estabilizar definitivamente el rumbo y llegar con las opciones intactas a la parte decisiva.