Vitoria - De suplicio en suplicio. La melancolía va en aumento. El lenguaje corporal del Baskonia es el de un equipo que ya ha dimitido pese al ramalazo de orgullo atisbado ayer en el último cuarto ante un Fenerbahce superior de principio a fin. A la postre, fue otro día más en la oficina dentro de una temporada caótica que si se acabara mañana mismo sería un alivio para muchos. Se ha escapado ya la Copa del Rey, peligran seriamente los play off por el título de la ACB y el Top 8 de la Euroliga ha convertido en una quimera apreciada la abúlica y desangelada cara de unos jugadores sumidos en un agujero negro.

Triturado por el acierto de Westermann, que suplió de forma estelar la baja de Sloukas, el Baskonia escribió ayer otro capítulo negro de la campaña más desafortunada que se le recuerda. Desde el salto inicial estuvo a merced del Fenerbahce, que afortunadamente levantó el pie del acelerador para evitar un marcador escandaloso. Y eso que Ivanovic tocó todas las teclas para evitar el enésimo desastre. El técnico montenegrino agitó el árbol más que nunca e incluso prescindió de sus bases puros ante la nula cordura existente sobre la cancha. Sin embargo, ninguna fórmula sirvió para reflotar el ánimo ante un conformista gigante turco que evitó hacer más sangre. Definitivamente, esta plantilla no da más de sí con una calidad insuficiente ya no solo para competir al más alto nivel sino incluso en jornadas de guante blanco.

El Fenerbahce, tan o más necesitado de gloria incluso que los alaveses ante su errático rumbo en la Euroliga, llevó en todo momento la manija del partido. Pese a la ausencia de su hombre más cerebral en el timón (Sloukas), manejó el tempo con una autoridad pasmosa y mantuvo a raya a un Baskonia de nuevo inoperante. Sin juego, acierto ni convicción, el arranque de la segunda vuelta de la Euroliga también se le indigestó por completo a un cuadro vitoriano reincidente hasta la saciedad en sus errores. Lo peor es que el Buesa Arena ya ni siente ni padece con su resignación y su galopante estado de depresión.

Apenas tres minutos transcurrieron antes de que Ivanovic solicitara su primer tiempo ante la mala defensa azulgrana sobre el juego de perímetro otomano. Con un Henry nuevamente muy desdibujado que incurrió en numerosas pérdidas y tendió una alfombra roja para el lucimiento de Westermann, el inicio de partido resultó muy desfavorable para los intereses de un Baskonia a remolque. De Colo, base improvisado durante algunos minutos, estuvo apagado en la faceta anotadora tardando l7 minutos en anotar su primera canasta en juego, si bien provocó infinidad de faltas a los hombres de Ivanovic.

La puntilla de Westermann El primer test tras el fracaso copero puso de manifiesto que no hay manera humana de levantar el ánimo de un grupo al que no solo le falta talento sino alma para competir. La rotación ya es corta de por sí e Ivanovic se empeñó en minimizar más si cabe los recursos prescindiendo de Diop por razones técnicas. El panorama resultó tan dantesco que el montenegrino retiró mediado el tercer cuarto su confianza en los dos bases -Janning fue entonces el encargado de subir el balón- y los tres cincos en busca de un quinteto que obrase una reacción milagrosa.

La muñeca de De Colo comenzó a entrar en calor a medida que avanzaban los minutos. Sin entrar en combustión plena como en jornadas precedentes, el killer galo tampoco desaprovechó la ocasión de hurgar en la herida alavesa. El Fenerbahce, cuyas cuatro primeras canastas llegaron desde la línea del 6,75, también agradeció la versatilidad de Williams, la clase de Datome o los chispazos del silencioso Mahmutoglu. Sin embargo, el brazo ejecutor de los otomanos no fue otro que Westermann, un base en estado de gracia que embocó siete de sus ocho triples intentados.

Con todo, en el último cuarto tuvo lugar un leve atisbo de reacción gracias a la providencial irrupción de Fall. El Fenerbahce decidió vivir de las rentas tras alcanzar su máxima ventaja (40-62). Renacieron mínimamente las esperanzas gracias a un parcial de 11-0, pero la cuarta falta del senegalés y los triples del director francés devolvieron al Baskonia a la cruda realidad. La de un equipo que sigue prolongando su descenso a los infiernos, no sabe conjugar el verbo ganar y ha entrado en una espiral de consecuencias imprevisibles.

las claves

Monólogo turco El Fenerbahce impuso su ley desde el salto inicial ante un Baskonia que reincidió en los errores de toda la temporada y tan solo quiso agarrarse mínimamente al partido al inicio del último cuarto gracias a un parcial de 11-0. Las continuas pérdidas en ataque, el nulo acierto exterior y la mala defensa sobre Westermann provocaron un nuevo desastre.

Triste lenguaje corporal Ivanovic lo intentó todo para levantar el ánimo de un equipo incapaz de ver la luz al final del túnel, pero la depresión azulgrana es tan galopante y las carencias de su plantilla tan graves que cualquier atisbo de reacción se antoja en este instante imposible.