vitoria - Poco antes de la una del mediodía de ayer, el Baskonia anunciaba a través de una nota pública la destitución de Velimir Perasovic. Se ponía, de esta manera, el punto final a la cuarta etapa del croata en la entidad de Zurbano. La primera como jugador y las tres últimas ejerciendo de entrenador. De todas ellas esta es, sin duda, la que ha concluido con un epílogo más oscuro. Porque recurriendo a la expresión que se hizo famoso durante el largo proceso de instrucción del Caso Bárcenas, el de Peras perfectamente podría definirse como un despido en diferido. La salida del balcánico del vestuario local del Buesa se hizo oficial ayer pero la realidad es que llevaba semanas fuera del banquillo tras ser incapaz de enderezar mínimamente la preocupante deriva que arrastra el equipo y perder por completo la conexión con un vestuario cada vez más apático e impermeable a sus instrucciones.

Como esos enfermos que consumen los que saben que van a ser sus últimos días de vida librando una batalla estéril contra la muerte que termina produciéndose de manera inevitable, las recientes comparecencias del Kirolbet se habían convertido en una dolorosa agonía que únicamente aplazaba la llegada a un destino conocido por todos.

Un fin de trayecto que en ocasiones precedentes en las que el Baskonia se había encontrado en un escenario similar se había alcanzado con mucha mayor velocidad. Sin embargo en esta oportunidad Josean Querejeta parecía presa de una poco comprensible parálisis que no hacía más que provocar el agravamiento de un problema que a todas luces se había demostrado ya imposible de resolver por sí mismo. Hasta que la debacle sufrida el jueves en el Buesa ante el Real Madrid -apenas dos días después de otra actuación inaceptable en La Fuente de San Luis- se convirtió en el golpe definitivo para el proyecto. El presidente azulgrana se decidió por fin a sacrificar a Perasovic y mover el árbol en busca de una reacción que permita, al menos, recuperar una imagen reconocible de un equipo completamente desfigurado en la actualidad.

Algo que, evidentemente, no resultará sencillo. Porque si hubiera que hacer público un parte médico del enfermo, el estado del Baskonia no podría entrar en otra categoría que no fuera la de crítico. Así lo demuestran, por ejemplo, los últimos resultados del equipo, que únicamente ha sido capaz de ganar uno de sus cinco compromisos continentales más recientes y en todas estas derrotas ha sucumbido por 22 puntos o más.

Con ser preocupante, no obstante, la deriva clasificatoria no es el problema más grave en estos momentos de la escuadra de Zurbano. Y es que tanto en la ACB como en el torneo continental dispone de margen de maniobra suficiente para conseguir sus objetivos. Pese a sus múltiples tropiezos, son solo dos victorias las que le separan ahora mismo de los puestos que dan acceso al Top 8 y en el torneo doméstico tiene al alcance de su mano la clasificación para la Copa del Rey.

malas caras Mucho peores que su balance de resultados son, sin embargo, las sensaciones que viene transmitiendo desde hace tiempo el grupo. Sin ser capaz de ofrecer una imagen fiable desde que arrancó la temporada, en las últimas semanas la situación se había agravado hasta límites insostenibles. Más allá del paupérrimo rendimiento del equipo, la relación entre Perasovic y sus jugadores parecía haber alcanzado un punto de no retorno.

La ausencia de confianza mutua entre el técnico y muchos de sus discípulos había dado paso ya a indisimulados encontronazos públicos durante los encuentros y las malas caras y los gestos de disgusto se habían convertida en moneda común generando un ambiente enrarecido que, evidentemente, en nada ayudaba a revertir la imparable cuesta abajo.

Como consecuencia, el Baskonia apareció bloqueado -tanto en el banquillo como sobre el parqué- en muchos momentos convirtiéndose en un pelele en manos de sus oponentes. Como suele suceder en estos casos, la cuerda se ha roto por el extremo más débil, que no es otro que el del entrenador. Pero, tras el relevo en el banco, la pelota pasa al tejado de una plantilla igual de cuestionada o más.

Pérdida de identidad. Más allá del importante número de derrotas cosechadas, el motivo principal de la condena de Perasovic ha sido la progresiva pérdida de identidad de un equipo desnortado y sin el carácter que le hizo ser respetado.

Palizas inadmisibles. Un equipo como el Baskonia no puede permitirse bajar los brazos y este curso ha encajado palizas inadmisibles ante Maccabi (por 30 puntos), Panathinaikos (32), Efes (25), Valencia (28) y Madrid (22).

Lesiones y bajo nivel. La plantilla azulgrana ha estado bajo sospecha desde su confección pero, además, las lesiones de Granger y Garino la han desestabilizado aún más. Otros, están rindiendo muy por debajo del nivel que se esperaba de ellos.

El ya extécnico del Baskonia aprovechó la nota en la que se confirmaba su destitución para mostrar su agradecimiento al club “por la oportunidad que me ha dado para poder trabajar en un lugar que siempre será muy especial para mí”. De la misma manera dio las gracias “al público que nos ha apoyado siempre, cuando las cosas han ido bien pero también cuando más lo hemos necesitado”. Por último, se mostró comprensivo con la decisión del club y puso de relieve su cariño hacia él. “Entiendo que el equipo necesita un cambio y deseo de corazón mucha suerte y que todo vaya bien”, concluyó.

13/28

Velimir Perasovic cierra su tercera etapa en el banquillo del Kirolbet Baskonia con un discreto balance de 13 victorias cosechadas en los 28 encuentros oficiales que ha dirigido esta temporada. Un registro con el que no alcanza el cincuenta por ciento de éxito y que ha terminado por costarle el puesto. Desglosando el expediente por competiciones, el la ACB es de 7 triunfos y 6 derrotas que le mantienen en la sexta posición provisional mientras que en la Euroliga cuanta con 6 triunfos y 9 tropiezos.