vitoria - Si en lugar de una pista de baloncesto el hábitat natural del Kirolbet Baskonia fuese un tribunal de justicia en el que tuviese que dirimir la inocencia o culpabilidad del encausado de turno, a buen seguro que el conjunto azulgrana sería el magistrado más deseado por quienes aguardasen un veredicto. Y es que el plantel vitoriano está demostrando en estos albores de la temporada que se encuentra con muchos y graves problemas para ejecutar unas sentencias que se antojan prácticamente consumadas. Sin embargo, en un alarde de magnanimidad, el cuadro de Velimir Perasovic apuesta por conceder una poco explicable prórroga al reo condenado a muerte y, como resultado de ello, el preso termina disfrutando de una completamente inesperada vida en libertad.

Eso es, al menos, lo que ha sucedido en las dos últimas comparecencias ligueras de la escuadra de Zurbano. Con mención especial, claro está, para el enfrentamiento del domingo contra el Unicaja. Después de rubricar una primera mitad más que notable en la que sentó las bases para sumar una victoria aparentemente no demasiado complicada, el regreso de los vestuarios provocó el derrumbe absoluto de lo que se demostró ser nada más que un castillo de naipes de frágiles cimientos.

Algo que no resulta sencillo de explicar cuando el Baskonia se encontraba disfrutando de uno de los escenarios más favorables que hubiese podido imaginar. Con el duelo perfectamente controlado, el adversario a punto de bajar los brazos y más de quince puntos de ventaja iniciado ya el tercer cuarto, el equipo únicamente necesitaba ya asestar el tiro de gracia a una víctima apenas capaz de oponer resistencia. Pero, lejos de hacerlo, le permitió recobrar energías y alimentó el depósito de la esperanza malagueña.

Una generosidad que la escuadra andaluza no desperdició y que le permitió, contra todo pronóstico, recobrar las opciones de sumar su primera victoria del curso en la ACB. Con las tendencias claramente invertidas a partir de ese momento, el cuadro vitoriano comenzó a diluirse a la misma velocidad que un azucarillo dentro de un café recién servido hasta terminar enfilando el camino de los vestuarios con la incredulidad dibujada en el rostro y la segunda muesca marcada en su casillero de derrotas.

Una situación que podría considerarse un mero accidente si no fuera porque, apenas siete días antes, el Kirolbet ya había sufrido otro muy similar. En concreto, en la visita que rindió al estelar Barcelona en la segunda jornada del campeonato doméstico. Un duelo en el que el plantel de Velimir Perasovic ofreció un nivel más que notable pero que, al igual que sucedió este domingo, finalizó con disgusto para la afición alavesa. En esa oportunidad, la suerte de la contienda se decidió en una prórroga en la que el Barça fue claro dominador e impuso su poderío sin apenas problemas.

Sin embargo, la clave de esa cita no estuvo en esos cinco minutos suplementarios que se disputaron sino en lo sucedido en el último tramo del tiempo reglamentario. Durante prácticamente toda la contienda el equilibrio fue la nota predominante pero si algún conjunto fue capaz de llevar la iniciativa ese fue el vitoriano. De hecho, disfrutó de ventajas de hasta ocho puntos en el cuarto final y entró en los últimos 55 segundos con dos puntos de ventaja (78-80) y posesión de la pelota.

Fue entonces precisamente cuando se le apagaron las luces al combinado azulgrana, que encadenó un error tras otro para permitir al equipo local reaccionar y asegurarse una vida extra con la que no contaba y que, por supuesto, no desperdició. Por todo ello, bien puede decirse que los serios problemas que presenta el Baskonia para sentenciar a su favor encuentros que parece tener controlados lleva camino de convertirse en un defecto estructural más que coyuntural en este arranque del ejercicio.

Bien es verdad que teniendo en cuenta que apenas se han disputado cuatro encuentros oficiales hay margen más que suficiente para corregirlo sin que se cobre un peaje demasiado costoso pero no lo es menos que los discípulos de Velimir Perasovic deben ponerse a ello cuantos antes si desean evitar nuevos disgustos.

Porque la realidad es que incluso en los partidos en los que el Baskonia ha conseguido sumar la victoria ha presentado también los mismos síntomas de debilidad a la hora de cerrar el resultado a su favor. Así sucedió, por ejemplo, en el importane triunfo que conquistó en el estreno de la Euroliga en la pista del Zalgiris. En una contienda en la que casi siempre estuvo por delante y tuvo a su oponente bajo control, necesitó mantener su excelente intensidad defensiva durante los cuarenta minutos para poder levantar los brazos a la conclusión de la cita.

De no haber sido así, muy probablemente habría vuelto a sufrir más de la cuenta en el Zalgirio Arena. En el tramo definitivo de la contienda, a los vitorianos volvió a temblarles la mano y cometieron errores inaceptables si deseas cerrar un encuentro sin sobresaltos. Problemas que compensó con la asfixia defensiva a la que sometió a su oponente para impedirle que prendiera el fuego de la rebelión. Se trata, evidentemente, de ejemplos más que suficientes que deben hacer al equipo de Perasovic aprender la lección. Porque sin sentencia no hay victorias.