El Baskonia afrontaba la visita de anoche al Palau Blaugrana como una gran ocasión de dar un puñetazo sobre la mesa en una doble dirección. La de, por un lado, lograr un triunfo que le abriera la puerta de pelear incluso por el quinto puesto y, por otro, dejar atrás la pésima imagen ofrecida en la Copa del Rey ante el Joventut. Sin embargo, a la conclusión de los cuarenta minutos, el único golpe azulgrana había sido sobre sí mismo. La consecuencia fue un naufragio absoluto en todas las líneas que llevó a un desenlace previsible, el cerrado por derribo de la escuadra al completo.

Porque lo cierto es que resulta prácticamente imposible salvar a nadie del despropósito absoluto protagonizado ayer. El conjunto de Velimir Perasovic se convirtió ayer en un cúmulo de agujeros negros en todas las líneas en los que en ningún momento pudo aparecer el más tenue rayo de luz siquiera.

Probablemente el de dimensiones más importantes apareció en el juego interior, donde tanto Poirier, como Voigtmann o Diop deambularon como almas en pena por ambas zonas mientras que sus oponentes disfrutaban a placer. Unas facilidades que aprovechó Kevin Seraphin para convertirse en el gran protagonista de los minutos iniciales y hacer un estropicio difícilmente recuperable al cuadro alavés.

Pero si superados estuvieron los pívots, no mucho mejor les fue a los exteriores. En ningún momento encontraron el golpe de muñeca necesario para tener una incidencia positiva en el duelo y, por el contrario, sus pares les superaron sin aparente dificultad. Exactamente lo mismo que les ocurrió a los directores de juego azulgranas. Ni Vildoza ni Huertas pudieron hacerse con el ritmo del choque a lo largo de los cuarenta minutos mientras que, por el contrario, tanto Pangos como Heurtel movieron al Barcelona -especialmente hasta el descanso- al paso que más le convenía y en las contadas ocasiones en las que el Baskonia pudo acercarse algo en el marcador tuvieron la tranquilidad suficiente para no caer en la precipitación y recuperar el pulso al timón.

En definitiva, el Baskonia sufrió un naufragio colectivo que, por momentos, le llevó incluso a quedar convertido en una marioneta en manos de su rival. Un derrumbe en el que, sin duda, tiene mucho que ver la falta de efectivos y el cansancio acumulado durante los últimos meses. Algo a lo que el club debería poner remedio cuanto antes.

El desacierto ofensivo baskonista fue una constante durante todo el choque en el Palau. Tan solo Shields pudo anotar con cierta regularidad, mientras que Hilliard mejoró sus números en los minutos de la basura. Voigtmann, por ejemplo, casi ni se estrenó.