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Obligado a hilar fino. Mientras no lleguen los ansiados refuerzos, el croata debe gestionar a la perfección su escuálida materia prima e intentar en la medida de lo posible que el equipo llegue fresco a los minutos finales. Apostó durante muchos minutos por dos bases y no le quedó otro remedio que reciclar a Shields como falso ‘cuatro’ ante la escasa confianza que muestra en Penava.
Salvador Hilliard. Después de que Toolson pusiera por delante al Manresa (58-56), el estadounidense enfrió los ánimos del Nou Congost con 13 puntos determinantes.
Dominio interior. La abrumadora dictadura de Voigtmann, Poirier e Ilimane, superiores en cuanto a centímetros y poderío físico a sus pares, permitió al Baskonia vivir muy cómodo pese al bajón de intensidad registrado en el tercer cuarto.
Carencias locales. Peñarroya acaba de quedarse sin sus dos mejores jugadores (Renfroe y Doellman), pero al margen de ello dispone de una plantilla justita e inferior a los grandes. Los errores locales desde el tiro libre también indultaron al Kirolbet.
Pese a su situación de absoluta precariedad o el cuento de hadas que está viviendo esta temporada un Manresa golpeado recientemente por la marcha de sus dos mejores jugadores (Renfroe y Doellman), hay pistas de la Liga Endesa en las que el Baskonia no puede permitirse tropiezos que pasen factura en el futuro. Es algo que debe darse por descontado desde tiempos inmemoriales y no puede elevarse a la categoría de noticia, pero el equipo vitoriano certificó ayer el billete matemática para la próxima edición de la Copa del Rey tras un triunfo mucho más laborioso de lo que indica el plácido marcador final.
Los 16 cuerpos de ventaja no reflejaron los enormes padecimientos en el Nou Congost, donde el Kirolbet tuvo que bajar al barro y adaptarse a un partido de trazos siderúrgicos en el que solo consiguió plasmar su superioridad en el epílogo. Después de que un Manresa desquiciado por el, a su juicio, presunto trato de favor arbitral hacia el grande se colocara por primera vez por delante en el marcador tras un triple del renacido Toolson (58-56), Perasovic encontró nuevamente en Hilliard al hombre de hielo que congeló los exaltados ánimos en la bulliciosa pista del Bagés. 13 puntos del estadounidense, bien secundado por el abrumador dominio de Poirier en la zona y la templanza brindada por Huertas y Vildoza en la dirección, permitieron al Baskonia salvar los muebles y dispararse hacia un nuevo éxito en el frente doméstico.
A falta de fondo de armario y de nuevo con ocho fichas útiles, algo que obliga a Perasovic a hilar muy fino desde la banda para mantener el oxígeno en los pulmones de sus pupilos, la tropa alavesa consiguió ganar algo de tiempo en espera de que la directiva mueva ficha y refuerce un plantel que demanda novedades a gritos. Con otra semana de triple compromiso a la vuelta de la esquina, mantener este ritmo con un ejército tan escuálido constituye un ejercicio de fe casi mesiánico. El Baskonia solo respiró ayer de alivio gracias a las enormes limitaciones de un anfitrión rebostante de pundonor pero escaso de talento. El vitoriano es un grupo cogido con alfileres en el que un grupo reducido de peones está acumulando excesivos kilómetros en las piernas y esta exigencia puede pagarse caro antes o después por pura lógica.
Antes de la portentosa irrupción de Hilliard, el Baskonia llevó en todo momento la delantera en el marcador sostenido por la dictadura, la envergadura y los centímetros de sus hombres altos. Si algo bueno ha tenido la epidemia de bajas de los últimos tiempos ha sido, al menos, el descubrimiento de un Voigtmann más comprometido y confiado en sus posibilidades. El polifacético alemán, disfrazado un día más de base, volvió a tirar del carro en el Nou Congost con un sobresaliente repertorio que careció de antídotos en las filas locales.
minutos de zozobra Las carencias del Manresa, que jugó durante muchos minutos sin un base puro ante la escasa adaptación del recién llegado Fisher, también allanaron el camino. Toolson, su gran amenaza y su pieza más talentosa, se vio engullido por la incansable actividad azulgrana lejos del aro. Prueba de ello es que sus primeros puntos no llegaron hasta el minuto 22. Vildoza le frenó en seco en los compases finales para satisfacción de Perasovic, que prescindió de los servicios de un Janning visiblemente cansado y con el punto de mira bastante desviado.
El dominio se mantuvo tras el intermedio con un Baskonia dominador en el marcador pero incapaz de romper el partido debido a su falta de continuidad y el carácter belicoso de un anfitrión que siempre se resistió a besar la lona. Tras una canasta más adicional de Voigtmann que elevó un 32-43, el conjunto vitoriano firmó los peores minutos de la contienda. Afortunadamente, el Manresa le indultó con un puñado de tiros libres desperdiciados y algunos errores de principiante.
Superado el tramo de zozobra, tuvo que ser Hilliard quien insuflase fuerzas renovadas a un Baskonia que parecía diluirse como un azucarillo. Con determinación, personalidad y acierto a partes iguales, el norteamericano -prácticamente inédito hasta ese instante- sepultó por sí solo a un Manresa empeñado en descargar su ira sobre el arbitraje y sin argumentos de ningún tipo para evitar que el poderoso impusiera la lógica aplastante. Aun con problemas y bajas, el Kirolbet conserva su gen ganador.
Como en jornadas precedentes, apareció de manera inconmensurable en el último cuarto para ajusticiar al Manresa. Determinación y acierto a partes iguales cuando más falta hacía.