El calendario no concede respiro alguno al Baskonia, que esta noche se apresta a quemar una nueva etapa de la maratoniana fase regular de la Euroliga con la confianza que otorgan sus tres recientes victorias consecutivas y también una ostensible mejoría de su actividad defensiva. La resurrección a nivel continental tiene visos de prolongarse, ya que el forastero que aterriza hoy en el Buesa Arena se encuentra en caída libre y vive una época de vacas flacas que parecía impensable ante su buen rendimiento de hace unas semanas.

Vitorianos y culés confrontarán sus desiguales trayectorias en los últimos tiempos. Ambos están igualados en la tabla clasificatoria a seis victorias, pero comparecen en esta velada con sensaciones bien distintas. El estado anímico juega claramente a favor de un Baskonia que ha sabido enderezar el rumbo y se halla inmerso inmerso en el momento más dulce de la temporada. Por contra, el Barcelona comienza a recordar al equipo mediocre y sin alma de años anteriores que ha transitado por la Euroliga con más pena que gloria.

El conjunto culé ha enlazado cuatro derrotas consecutivas ante Fenerbahce, Buducnost, Real Madrid y Olympiacos, siendo incapaz de anotar en todas ellas más de 65 puntos. Sin embargo, casi más preocupante que dichos tropiezos son los terribles bandazos dados por Svetislav Pesic, la incesante entrada y salida de jugadores sin ningún tipo de lógica o la sensación de que al viejo zorro serbio -la opción escogida por Nacho Rodríguez para el banquillo tras el enésimo verano donde se esfumó el gran deseado Sarunas Jasikevicius- se le está yendo paulatinamente el equipo de las manos.

Sin caer en un exceso de confianza, todo ello debería ser aprovechado por un Baskonia que sigue sin pisar puestos de Top 8 desde la jornada inagural. La sensación de solidez trasladada en los últimos compromisos caseros ante el Panathinaikos y el CSKA alienta sobremanera el optimismo antes del salto inicial.

más con menos La pujante formación alavesa ha interiorizado que por el camino de una áspera defensa puede obtener por tercer año consecutivo el billete hacia el cruce previo a la Final a Cuatro. En este sentido, el aterrizaje de Perasovic le ha concedido un plus. Con una coraza más granítica, el Kirolbet está sabiendo adaptarse a toda clase de partidos. Los que se disputan a pecho descubierto con un ritmo centelleante y también los de perfil árido que exigen ponerse el mono de trabajo.

El técnico croata ha conseguido hacer más con menos y extraer el máximo jugo a su corta plantilla. En un momento donde las lesiones han golpeado el engranaje azulgrana y apenas diez piezas integran una rotación escasa en comparación con sus rivales directos, el Baskonia no solo ha sabido resistir sino también dar un paso al frente y alcanzar un nivel de solidez que brilló por su ausencia en los albores del curso.

El Barcelona comparece hoy en el Buesa Arena inmerso en un mar de dudas. El dedo acusatorio no solo se dirige hacia la figura de Pesic, sino también a un puñado de jugadores cuyo rendimiento se halla muy por debajo de las expectativas iniciales, especialmente James Singleton, un ala-pívot cuyo astronómico salario de 1,8 millones netos anuales no se justifica bajo ningún caso con su discreta calidad baloncestística.

Pese a su momentáneo liderato en la ACB, el catalán es un equipo con carencias indisimulables y donde pesa como una losa la ausencia de un killer en la cuerda exterior pese a las aseadas actuaciones de Kyle Kuric. Ni siquiera el restablecimiento de un purasangre como Adam Hanga le ha permitido al Barcelona mejorar su triste cara de las últimas semanas. Sus tres cincos se alternan partido tras partido sin que ninguno muestre una cierta hegemonía en la pintura, de ahí que Nikola Milutinov se convirtiera el pasado martes en el principal verdugo de la derrota culé ante el Olympiacos.