A falta únicamente de un segundo para la conclusión del segundo cuarto, el marcador del Baskonia mostraba ayer un escuálido 23. Una acción individual de Luca Vildoza justo antes del descanso que se convirtió en un dos más uno permitió al conjunto vitoriano maquillar un poco esa cifra y enfilar el camino de los vestuarios con 26 puntos anotados. Una cifra en cualquier caso muy pobre y que refleja bien a las claras la principal clave de la derrota frente a la escuadra turca. El maestro Zeljko Obradovic instruyó a la perfección a sus discípulos para cortocircuitar el juego alavés y estos lo ejecutaron con precisión milimétrica colocando unos grilletes de plomo a los baskonistas en los pies y en las manos que convertían en misión imposible sus intentos de introducir la pelota en la red otomana.

En pocas ocasiones ha sufrido tanto el cuadro vitoriano para engordar su anotación como ayer. Porque el asfixiante trabajo defensivo del Fenerbahce no solo conseguía que tuvieran que realizar tiros en posiciones forzados sino que, en no pocas ocasiones, les impedía siquiera intentar el lanzamiento.

De esta manera cada vez que sacaba de fondo el Baskonia afrontaba un auténtico suplicio que, pese a sus intentos por evitarlo, acababa en muchas ocasiones con los 24 segundos de posesión consumidos sin haber podido siquiera tirar. Y cuando lo conseguía, el esfuerzo prevía provocaba que el punto de mira de sus jugadores estuviese desviado.

Las doce pérdidas sufridas hasta el descanso o el pobrísimo 2/12 en triples en esos dos cuartos iniciales son datos que reflejan la completa superioridad de la defensa del Fenerbahce sobre el ataque alavés. El resultado, casi veinte puntos de descentaja que se convirtieron en una losa imposible de levantar.