Cuando después de largos meses de trabajo por fin se puede disfrutar de las ansiadas vacaciones, resulta habitual que los horarios se relajen y que la cama atrape a sus inquilinos durante más tiempo del habitual. Son esos pequeños placeres que alegran la vida. Sin embargo, hay ocasiones en las que el cuerpo se confunde y pretende gozar de estos privilegios en plena época laboral. Y algo muy parecido a esto le ocurrió ayer al Baskonia en Illumbe. Bien fuera por las peculiaridades de este derbi ubicado en plena Semana Santa o porque tras asegurarse el billete para el play off de la Euroliga el subconsciente del equipo considerase que se había ganado un descanso, lo cierto es que cuadro vitoriano arrancó la cita con un buen número de legañas todavía en los ojos. Incapaz de saltar de la cama a la hora que marca la rutina de una jornada de trabajo habitual, no pudo evitar permanecer entre las sábanas más de la cuenta, una ayuda que no dejó pasar de largo su adversario.

Un Gipuzkoa Basket que, evidentemente, llevaba toda la semana con el horario perfectamente planificado para una cita a la que se presentó con puntualidad británica. Lo hizo, además, con sus mejores galas. Si en el encuentro de la primera vuelta disputado en el Buesa Arena ya había demostrado que juega muy bien a baloncesto, ayer lo corroboró con creces. Por parte baskonista el choque arrancó con una de cal y otra de arena. En el apartado positivo el regreso de Marcelinho Huertas -arrancó como titular- tras superar su esguince de muñeca. La cruz, la ausencia de última hora de Jannis Timma como consecuencia de una contusión en el codo.

Todo eso, en cualquier caso, quedó rápidamente relegado a una mera anécdota ante la evidencia de que el conjunto local se había adueñado por completo del duelo y lo manejaba a su antojo para ir construyéndose poco a poco rentas cada vez más importantes. Con una combinación de defensas alternativas que pasaban de individual a diferentes versiones de zona prácticamente en cada ataque alavés, Porfi Fisac consiguió lo que ha sido imposible casi para todos los que se han enfrentado en las últimas semanas al Baskonia, desviar su punto de mira. Lejos de exhibir su voracidad anotadora habitual, el conjunto vitoriano se entrampaba una y otra vez en la tupida tela de araña donostiarra. Nada menos que doce pérdidas acumularon los azulgranas hasta el descanso. Si a eso se le suma un pésimo 3/16 en triples, no resulta extraño que el marcador visitante únicamente contase con 32 puntos tras la disputa de los veinte primeros minutos.

El GBC, por su parte, disfrutaba de un ataque de enorme fluidez al que únicamente la reducida calidad de sus componentes le impidió extraer mayor ventaja de su clara superioridad. Aún así, enfiló el camino de los vestuarios con una decena de puntos de ventaja (42-32) tras haber disfrutado poco antes de la máxima de trece. Con este escenario, más de uno comenzó a observar en el horizonte algunos nubarrones que amenazaban con estropear el hasta ahora inmaculado expediente del mes de marzo precisamente en su último día.

Sin embargo, el descanso tuvo un efecto balsámico para el Baskonia que, esta vez sí, hizo caso al insistente despertador que retumbaba en el vestuario. Y su regreso a la pista fue en forma de vendaval que se llevó por delante todo cuanto encontró. Con Shengelia al mando de las operaciones y el habitual acierto en el triple recuperado, castigó una y otra vez a un Gipuzkoa que, de repente, se encontró sin argumentos con los que tratar de defender todo su botín previo. En un abrir y cerrar de ojos la ventaja local desapareció del marcador y, tras un demoledor 17-32 (los alaveses anotaron en este parcial lo mismo que en los dos anteriores juntos) arrancaron los diez minutos finales con el Baskonia lanzado a por su pieza (59-64). Con el instinto asesino del depredador estiró su renta hasta la docena de puntos (61-73) y se dedicó a administrarla hasta que sonó el pitido final. Afortunadamente, la alarma había sonado a tiempo.

Baja de última hora de Timma. El Baskonia afrontó el derbi ante el GBC con la ausencia de última hora de Jannis Timma. El jugador letón se perdió el encuentro como consecuencia de una pequeña contusión en el codo. Pese a su inesperada baja, el conjunto vitoriano fue capaz de recomponerse sin demasiados problemas y no acusar apenas su falta.

Diferente acierto. Cualquiera que eche un vistazo a las estadísticas del Baskonia ayer antes y después del descanso podría pensar que se trata de las de dos equipos diferentes. Especialmente en el lanzamiento de tres, en el que pasó de un pobre 3/16 a un gran 9/15.