Después de media hora ofreciendo una de sus mejores versiones del curso y consiguiendo someter a todo un ogro como el CSKA de Moscú en su propio feudo, apenas cuatro minutos fueron suficientes para que el Baskonia tirara por la borda la valiosa recompensa a la que se había hecho acreedor hasta entonces. 240 segundos letales, los del arranque del cuarto definitivo, en los que el combinado de Pedro Martínez enlazó un error tras otro para permitir a su adversario escaparse en el marcador. Y cuando un conjunto como el ruso adquiere una ventaja de diez puntos -con el añadido de que esa circunstancia se produzca cerca del epílogo del choque- es sinónimo de victoria segura.

Y eso fue precisamente lo que aconteció ayer en el Megasport Arena. De repente, a la escuadra de Zurbano se le apagaron las luces, la gasolina comenzó a escasear y en cuanto su temible rival olfateó la debilidad se lanzó como el implacable depredador que es a la yugular azulgrana para ejecutar el ataque definitivo y añadir una nueva pieza a su larga lista de trofeos.

Todo eso llegó probablemente cuando menos se esperaba. Pero en un duelo de semejante envergadura cualquier mínimo despiste se paga muy caro. Y el Baskonia no solo tuvo uno, sino varios consecutivos. Después de haber sido capaz de controlar perfectamente al CSKA y liderar el encuentro durante la mayor parte del tiempo, nada parecía augurar esta repentiba caída vitoriana. Con tablas en el marcador (71-71) a la finalización del tercer cuarto, todo apuntaba a que el equilibrio se mantendría hasta el final y que el choque se resolvería en un típico cara o cruz. Sin embargo, la pausa ante del acto definitivo se les atragantó a los discípulos de Pedro Martínez.

De esta manera, la vuelta al parqué trajo consigo la aparición de los peores fantasmas en el juego alavés. Si hasta entonces había estado muy cerca del de las mejores ocasiones, como por arte de magia toda esa consistencia comenzó a desvanecerse a la misma velocidad que se deshace un azucarillo en el café. El dato que mejor lo ilustra es que los seis primeros ataques vitorianos en este periodo se saldaron nada menos que con cinco pérdidas de balón y un único tiro a canasta (fallado por Beaubois).

Demasiadas facilidades para un CSKA que, evidentemente, apretó el acelerador. Vista la debilidad azulgrana el cuadro ruso incrementó su intensidad defensiva y se apresuró a castigar la canas visitante. Desde el banco Pedro Martínez trató de reconducir la situación devolviendo a la pista a Granger en lugar de Vildoza, pero ya era tarde.

Los moscovitas no permitieron que el uruguayo recuperara el excelente nivel mostrado hasta entonces y, con un parcial de 12-2, se escaparon hasta los diez puntos de diferencia (83-73). Aún restaban casi seis minutos por disputarse pero era ya una renta imposible de levantar para un Baskonia que había extraviado toda su puntería precedente y que únicamente fue capaz de anotar tres canastas y en los ocho primeros minutos de este cuarto fatal.