81

82

Confianza en un grupo reducido. Los jugadores de la segunda unidad, a excepción de Jones, se lo pusieron muy fácil con un discreto rendimiento que obligó al técnico catalán a depositar su fe en el cinco titular. Todo le sale a pedir de boca al equipo desde su llegada. Pese al infernal apagón en la recta final del tercer cuarto que derivó en un parcial de 23-5, el Baskonia resucitó en el epílogo.

vitoria - Lo tuvo ganado hasta bien entrado el tercer cuarto, lo tuvo después perdido tras encajar un abrumador parcial de 23-5 en medio de la desorientación más absoluta y finalmente lo volvió a ganar con tintes casi milagrosos gracias a la aparición de un héroe inesperado: Vincent Poirier. El Baskonia encontró ayer un tesoro en Estambul, donde vivió una montaña rusa de emociones para rescatar un triunfo de oro que le mantiene con las opciones intactas en la pelea por el Top 8. Y todo ello con la sorpresiva rúbrica del galo, el único poste de Pedro Martínez que aguantó el tipo al poderoso juego interior del Efes y autor de los dos tiros libres que certificaron una victoria agónica a falta de tres segundos. El moribundo conjunto de Perasovic dispuso de un último balón ganador, pero una indecisión de Simon en el saque de fondo y el providencial robo de Timma provocaron la liberación.

Fue el sorprendente epílogo de un partido en el que el Baskonia fue protagonista para lo bueno y lo malo. Mientras exhibió rigor, orden, dureza atrás y juego coral, dominó por completo a un anárquico Efes cuya precaria situación clasificatoria en esta Euroliga quedó justificada. Con el duelo bajo control y un cómodo colchón en el marcador (51-60), la tropa alavesa resucitó a un muerto. Algunos suplentes quedaron muy señalados, sobre todo Marcelinho, Beaubois y Voigtmann. Un brasileño sin chispa ni ritmo fue acribillado atrás por el letal McCollum, el francés tomó pésimas determinaciones, mientras que el alemán se vio fulminado por el músculo de Dunston y Stimac, indiscutibles amos y señores bajo los tableros que brindaron infinidad de segundas opciones a los otomanos.

hundimiento fatal Un triple de Dragic elevó el casi definitivo 79-71 al marcador a falta de tres minutos. Todo parecía casi perdido y una ocasión de oro se marchaba al limbo. Sin embargo, el Baskonia no perdió la fe y consiguió un imposible. Ambos equipos rivalizaron en errores en los segundos finales. Al Efes le temblaron las piernas, más tras la cuarta falta de su boya interior (Dunston) que obligó a McCollum a colocarse la capa de héroe. El base estadounidense desperdició dos posesiones y los alaveses enfilaron la búsqueda de la victoria a falta de 20 segundas. En una jugada poco clara comandada por Granger, el balón fue a parar a las manos de Poirier. El galo no pudo levantar el balón ante la pegajosa marca de Stimac. Clara falta y la responsabilidad en manos de un joven que hace tres años pululaba por las catacumbas del baloncesto galo. Previamente había fallado dos tiros libres y las reservas estaban justificadas. Inmune a la presión y a los silbidos del Sinan Erdem Dome, el de Clamart rubricó con una sangre fría colosal un éxito de un valor incalculable.

En cualquier caso, nunca debió procurarse este taquicárdico final un Baskonia ciclotímico que paseó una gran suficiente durante casi tres cuartos pero se diluyó como un azucarillo con una terrible pájara que alimentó la sed de redención del Efes. Hasta su apagón, fue un colectivo clarividente que aprovechó las numerosas vías de agua defensivas del cuadro turco, extremadamente lento a la hora de correr hacia atrás e incapaz de defender el pick and roll visitante -la conexión entre Granger y Poirier facilitó muchos puntos debajo del aro-, pero también sostenido por su abrumadora superioridad física cerca del aro.

El Efes abortó a golpe de talento individual todos los intentos alaveses por despegarse en el marcador. La inspiración de McCollum destrozó a un Marcelinho sin respuestas, mientras Stimac y Dunston martillearon el aro azulgrana con una hegemonía dolorosa. El destrozo de ambos quedó, a la postre, en anécdota. Este pujante Baskonia no solo es capaz de sobreponerse a sus sensibles bajas y al aciago día de prácticamente todos los hombres de su segunda unidad, sino que también le acompaña la suerte del campeón. En una jornada donde debía ganar sí o sí para no perder la estela de Real Madrid, Zalgiris y Brose Baskets, renació de sus cenizas en la recta final para sellar la victoria más angustiosa del curso. Todo le sale a pedir de boca a un grupo que, hasta después de un apagón inexplicable como el de ayer, encuentra la fórmula para agarrarse a los partidos y rematarlos con héroes llamativos.

Gigantesco Poirier. Fue el único pívot en manos de Pedro Martínez que contrarrestó la aterradora dictadura de Dunston y Stimac en la zona. Acabó con dobles figuras, se rebeló ante el poderío de sus fornidos pares y, para rematar la faena, anotó los dos tiros libres del triunfo a tres segundos del final con una sangre fría pasmosa.

Un Baskonia ciclotímico. El equipo vitoriano dominó con suficiencia a un Efes bajo mínimos hasta bien entrado el tercer cuarto, pero un desmoronamiento inexplicable -traducido en un parcial de 23-5- le dejó al borde del colapso. El escaso papel de la segunda unidad, sobre todo Huertas y Voigtmann, así como la inspiración de McCollum le abocaron a una situación límite.

Llegó a Vitoria siendo un desconocido y, con trabajo, ambición y calidad, se ha convertido en el indiscutible pívot titular. Héroe de una victoria que puede valer su peso en oro en el futuro.