vitoria - Gracias a la Biblia, todo el mundo conoce que, por grandes que sean las diferencias entre el tamaño de los contendientes, hay ocasiones en las que el pequeño termina venciendo al gigante. Es la historia del enfrentamiento entre David y Goliat que, en la matinal de ayer, se escenificó en el Buesa Arena por partida doble. Por un lado, por el desigual potencial a priori de Baskonia y Obradoiro. Y, por otro, como consecuencia del apasionante pulso que mantuvieron durante los cuarenta minutos los dos hombres que lideraron el juego de sus respectivos conjuntos. Marcelinho Huertas por parte azulgrana y Artem Pustovyi en el combinado gallego.
Si en la primera de las batallas terminó imponiéndose la lógica -no sin sufrimiento- y el cuadro local cumplió el guión previsto haciéndose con el triunfo, el segundo enfrentamiento terminó decantándose del lado del pequeño -en tamaño- David. Y es que el base brasileño del Baskonia fue un arma fundamental para poder liquidar en el tramo final a un adversario que vendió muy cara su piel y demostró que su privilegiada clasificación no es ni mucho menos fruto de la casualidad.
Pero hasta ese feliz epílogo para los azulgranas lo cierto es que tanto Huertas como Pustovyi ofrecieron lo mejor de su repertorio para deleite de los buenos aficionados. Evidentemente no protagonizaron un duelo cara a cara pero cada uno en su posición y con sus diferentes argumentos se ganaron a pulso los galones de generales de sus respectivas tropas.
El ucraniano recurrió a su imponente físico (nada menos que 218 centímetros de altura) para dominar por completo ambas zonas y castigar sin piedad el juego interior vitoriano. Mientras estuvo sobre la pista -y le aguantó el fuelle-, Pustovyi fue una daga que se clavaba en el aro baskonista con la misma facilidad que el cuchillo en la mantequilla, controló el rebote y se convirtió en una barrera infranqueable en defensa para los pupilos de Pedro Martínez.
Asumiendo quizás este dominio y la imposibilidad de romperlo, el Baskonia optó por responder con otras armas y ahí Marcelinho Huertas desplegó todo su potencial. El carioca firmó probablemente su encuentro más completo del curso, quedándose a una sola asistencia de un doble-doble (16 puntos y 9 pases de canasta en 25 minutos). Por si fuera poco, logró una canasta clave a falta de 35 segundos para el final (81-78) y capturó el rebote que aseguraba definitivamente la victoria local a seis segundos de la conclusión. En definitiva, una actuación estelar que le sirvió para emular a David y vencer al Goliat Pustovyi.