vitoria - El Baskonia busca esta tarde en la lejana Moscú un nuevo éxito con el que poder alimentar su autoestima y confirmar que su rehabilitación es una realidad desde el cambio de técnico. Le espera el poderoso Khimki de Alexey Shved, una auténtica reválida para la renacida tropa adiestrada por Pedro Martínez. Tras la semana de redención vivida ante el Panathinaikos y el Unicaja, el calendario depara otra prueba de fuego en una Euroliga donde la situación azulgrana es todavía de lo más inquietante tras las cuatro derrotas iniciales.
Sin Jordan McRae en la expedición pero con el resto de efectivos en buen estado físico, entre ellos el joven Rinalds Malmanis, el Baskonia pretende regresar de la capital rusa con la primera victoria a domicilio de la temporada en la máxima competición continental. Las alegrías se cotizan muy caras en territorio comanche, como ya comprobaron semanas atrás los vitorianos ante el Olympiacos, el Maccabi y el Brose Baskets.
El adinerado Khimki no se perfila como una perita en dulce pese a que su desangelada cancha del Mytishchi Arena -con capacidad para unos 8.000 espectadores y que sustituye al Krylatskoye Sports Palace como nuevo hogar del conjunto ruso- no es de las más calientes ni sus aficionados tampoco suelen crear una atmósfera asfixiante a la hora de engullir a los visitantes. Más bien, todo lo contrario. Dando por sentado que el ambiente no será en esta ocasión un obstáculo insalvable, la incertidumbre se deriva de la fortaleza y confianza de un americanizado anfitrión que cuenta con uno de los jugadores más desequilibrantes a este lado del Atlántico.
Shved, un fino estilista internacional por Rusia y con un notable pasado en la NBA, es el auténtico motor de un Khimki que, en caso de duda, siempre se pone en las manos de un jugador con múltiples registros ofensivos. Algo individualista y anárquico en muchas ocasiones, nadie cuestiona que la estrella nacida en Belgorod es uno de los contados baloncestistas capacitados para ganar por sí solo un encuentro gracias a sus ramalazos de talento. Cuando entra en erupción y se desata, no hay antídotos defensivos que valgan para frenar a un base-escolta que acostumbra a justificar su astronómico contrato -tres millones de euros anuales- cuando llega la hora de afrontar el descabello del oponente.
margen para reaccionar La contundencia defensiva del Baskonia se pondrá a prueba ante un rival que está viendo el aro como una piscina en este arranque de temporada y que encabeza el cuarteto de líderes de la Euroliga junto al Real Madrid, Olympiacos y CSKA. Al margen de Shved, la formación rusa cuenta con otras piezas de pedigrí que le colocan como un claro candidato al Top 8. Los versátiles interiores estadounidenses Robinson y Thomas, la pegada del alero Anderson o la sabiduría al frente del timón de Markovic, un viejo conocido de la ACB tras su etapa en el Unicaja, constituirán otros peligros para los alaveses, obligados a evitar las desconexiones en busca de un triunfo que ayude a reengancharles en la pelea con los mejores.
La Euroliga es una carrera de fondo en la que no conviene quedarse rezagado a las primeras de cambio y, por tanto, el Baskonia dispone todavía de margen suficiente para elevar su crédito. Tanto Pedro Martínez como la afición azulgrana, eso sí, suspiran por un paso al frente de jugadores con la confianza bastante minada, léase Marcelinho Huertas o Ilimane Diop. Otros como Voigtmann, Poirier y Timma, que han dado señales de vida en los últimos tiempos, también deben subirse definitivamente a un tren que empieza a circular a la velocidad adecuada.
El trío Granger-Beaubois-Shengelia no puede sostener por sí solo el peso de un equipo que necesitará hacerse fuerte en el rebote para correr. En un duelo donde podrían dispararse los dígitos ante la calidad de ambos contendientes, los alaveses buscarán otro golpe de efecto y tratarán de evitar una recaída fatal para sus intereses. En vísperas de otra semana con doble duelo en el frente continental (Real Madrid y Zalgiris), sumar en positivo en Rusia tendría un valor incalculable.