A la deriva. Así se encontró en la noche de ayer el Baskonia durante los cuarenta minutos de contienda ante un Herbalife Gran Canaria que manejó el segundo encuentro de la serie de cuartos de final a su antojo. El conjunto vitoriano fue incapaz de encontrar el rumbo a lo largo del todo el choque y fue acumulando uno tras otro errores sonrojantes hasta encontrarse con una lista tan larga que resultaba completamente imposible de enmendar.
Desde el arranque quedó claro que el plantel azulgrana no tenía su día y la pésima puesta en escena -en la que se acusá una preocupante falta de actitud para encarar una cita que podía valer el pasaporte para las semifinales- se tradujo en una clara ventaja para un rival que actuaba a placer.
La galvana alavesa fue de tal calibre que a Sito Alonso no le quedó más remedio que cuestionar a sus discípulos si eran profesionales en el primer tiempo muerto que se vio obligado a solicitar mediado ya el primer periodo. La bronca, sin embargo, no consiguió el efecto deseado y el equipo continuó sin salir de su letargo.
Jugadores que en otras ocasiones han tirado de galones para comandar la reacción en momentos delicados no entraron en acción ayer y el partido fue languideciendo sin apenas alteraciones con el Baskonia encaminándose de cabeza hacia la derrota que igualaba la serie. Como el cordero que sabe que va al matadero pero ni tan siquiera está dispuesto a gastar energía en tratar de evitarlo.
Tras el descanso, al menos, se vislumbró un pequeño atisbo de reacción vitoriana mediados el tercer y último cuarto. Pero cuando había conseguido reducir la desventaja hasta unos márgenes mínimamente asumibles, el planel de Sito Alonso, empeñado en suicidarse, volvió a dispararse en el pie. Reaparecieron las pérdidas incomprensibles y los errores de principiante para terminar cerificando la clara derrota.