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Una dirección sorprendente. El técnico azulgrana sorprendió ayer con una curiosa dirección, especialmente en lo que al reparto de los minutos hace referencia. De esta manera Bargnani no actuó en todo el primer periodo y Voigtmann, estelar hasta entonces, estuvo inédito hasta el descanso. También cambió la puesta en escena, apostando por un trabajo defensivo mucho mayor.
Vitoria - Objetivo cumplido. Al menos, la parte más sustancial del mismo. El Baskonia afrontaba la visita del Galatasaray con la imperiosa necesidad de reencontrarse con la victoria y, de paso, las buenas sensaciones sobre el parqué y a la conclusión de los cuarenta minutos pudo sonreír como consecuencia del sexto triunfo continental que subió a su casillero y la reaparición, por momentos eso sí, del buen juego. Claro que no todo fueron noticias positivas. Para poder celebrar la victoria final, la escuadra de Zurbano debió sobreponerse a unos peligrosos fantasmas que se le aparecieron a partir del minuto quince y que llegaron incluso a poner en serio peligro el desenlace feliz. Un resultado que, en cualquier caso, debe convertirse en la primera piedra sobre la que volver a reconstruir un proyecto que había sido presa de demasiadas dudas.
Escogió el Baskonia una curiosa manera de afrontar un encuentro en el que la necesidad resultaba evidente en sus filas y la presión comenzaba a apretar las gargantas azulgranas. Lejos de pisar a fondo el acelerador para revolucionar al máximo su puesta en escena, optó por el camino opuesto. El de la calma. Una tranquilidad casi parsimoniosa con la que evitar los errores que acostumbran a acompañar a la sucesión de sprints sobre el parqué. Sobre esta premisa construyó unos quince minutos iniciales primorosos en los que se pareció bastante a su mejor versión y minimizó a un Galatasaray que no encontraba la manera de escapar de las redes vitorianas.
Varias fueron las noticias positivas de ese tramo de la contienda. La primera, la capacidad mostrada por el equipo para apretar las cadenas sobre su oponente y elevar el tono defensivo tanto de manera individual como colectivo. Como añadido, el poco habitual despliegue en el rebote ofensivo que permitió a los de Sito Alonso disfrutar en varias ocasiones de segundas y hasta terceras opciones. Pero, sobre todo, la espectacular exhibición de Voigtmann que, perfectamente alimentado por Larkin, anotó nada menos que once de los trece primeros puntos baskonistas. Como consecuencia, la brecha en el marcador se fue abriendo a favor de un cuadro local que fue ganando en confianza.
Ni siquiera cuando Sito Alonso comenzó a dar descanso a los titulares para dar entrada a la segunda unidad se resintió el nivel del plantel azulgrana. Hombres como Tillie, Ilimane -en una sorprendente gestión de los minutos por parte del técnico Bargnani no actuó en todo el primer periodo y Voigtmann no lo hizo tras el descanso-, Rafa Luz o Beaubois cumplieron con nota y la ventaja llegó a alcanzar los quince puntos (28-13). Una ventaja que parecía augurar una velada tranquila para los alaveses a partir de ese momento. Un pronóstico que, desgraciadamente, no se cumplió.
Casi sin darse cuenta, producto probablemente de la inercia de quien ve poco que perder ya, el Galatasaray fue enjugando su desventajas y liderado por el baskonista Pleiss consiguió echar al traste el buen trabajo anterior vitoriano. Así, pese al claro y prolongado dominio del conjunto local hasta el descanso, el intermedio se alcanzó con únicamente cuatro puntos de diferencia (36-32).
El arranque del tercer periodo hizo aún más evidentes los fantasmas del armario vitoriano, que vio cómo el Galatasaray se ponía por delante (38-40). Entró en escena entonces la calidad del italiano Bargnani. Con nueve puntos consecutivos, asumió la responsabilidad de responder a la primera gran crisis y permitió al Baskonia volver a recobrar el pulso de la contienda. El duelo, no obstante, estaba ya claramente abocado a un marcador mucho más estrecho que hasta el descanso y así discurrió hasta su epílogo.
Con ese guion, el cuadro alavés fue capaz de manejar los nervios y la presión en el último periodo para alejar definitivamente los fantasmas pese a algún susto inesperado de un rival que llegó a situarse a tres puntos (65-62) antes de que Beaubois se vistiera de verdugo para ajusticiar al Galatasaray con dos espectaculares acciones individuales consecutivas.