el pireo - Difícilmente se le presentará al Baskonia una ocasión más propicia para ahuyentar sus fantasmas en la Paz y la Amistad. Ganó el menos malo (Olympiacos) en la noche de los despropósitos y el pasaporte hacia el Top 16 deberá posponerse una semana más. Lo que se escurrió ayer de las manos fue el liderato de grupo en un partido infame de baloncesto que no hará afición y del que nadie se acordará. Nunca dio la impresión de estar algo tan prestigioso en juego entre dos equipos en el taller completamente negados y rivalizando a la hora de cometer errores de bulto. El cuadro heleno tuvo el atenuante de las bajas; ninguno un Laboral Kutxa que no hizo méritos para romper su pésima racha en esta cancha y sin la predisposición mental necesaria para enfrentarse a un auténtico muro de hormigón.
Cuando emergió la vergüenza torera, ya era demasiado tarde. Tras estar al borde del colapso (44-28), dispuso incluso de varias posesiones para adueñarse de la delantera en el marcador. Sin embargo, faltó el punch, el desparpajo, la confianza y la energía de otras jornadas. Perasovic prescindió de sus ineficaces cuatros al inicio del tercer cuarto y se la jugó a una carta con pequeños para equiparar la apuesta de Sfairopoulos por un único hombre grande (Hunter), pero esta estrategia no fue suficiente para profanar el templo griego. En un partido de pico y pala en el que cada canasta era un tesoro, la muñeca caliente de Mantzaris y Athinaiou sepultó las esperanzas azulgranas en el epílogo. En la acera de enfrente, Adams arrastró al Baskonia hacia el abismo con decisiones carentes de cualquier lógica.
Del combate entre dos conjuntos tan cualificados, llamados a integrar el lujoso cartel de la nueva liga europea, emergió un encuentro incalificable, tedioso y soporífero. Nadie rompió una monotonía tenebrosa. El oficio griego se impuso en todo momento al vértigo vitoriano, del que no hubo noticias. El Baskonia eléctrico y dinámico de las semanas anteriores apareció esta vez difuminado por la versión más guerrillera y antipática del vigente subcampeón continental. Con Lojeski, Young y Printezis fuera de circulación y con una versión paupérrima de Spanoulis, inmerso en un alarmante bache de juego, el Olympiacos ganó a la italiana. Durmiendo el juego, aplicando cloroformo al duelo y cerrando todas las vías de anotación a un forastero huérfano de su munición habitual. Acostumbrado a disparar sus dígitos en este curso con una facilidad insultante, el conjunto vitoriano vivió esta vez un calvario.
Porque fue una velada para olvidar en la que volvió a sobresalir el gen competitivo del Olympiacos. Con un parte de guerra aterrador, los griegos fueron capaces de desfigurar con su maestría habitual el rostro del Baskonia más errático visto desde el arranque del ejercicio. No dio una a derechas un visitante maniatado, sin rumbo y endeble que, para colmo de males, perdió en varias fases la fiereza defensiva de la que ha hecho gala en esta ilusionante etapa con Perasovic. Fruto del encefalograma plana fueron los escuálidos seis puntos anotados en un desconcertante cuarto inicial, convertido en una película de terror y un correcalles sin sentido en el que ambas formaciones hicieron daño a la vista del espectador.
Se adaptó mejor al barro una vez más el Olympiacos, un especialista a la hora de imponer su ritmo cansino, enmascarar su escaso talento en varios puestos, enarbolar la bandera del baloncesto físico y hundir en la miseria al más pintado mediante una presión asfixiante. Perasovic movió el banquillo como nunca en busca de soluciones, pero únicamente Bourousis y Blazic opusieron algo de resistencia. En definitiva, adiós al liderato y gran ocasión perdida. La clasificación queda pendiente de una victoria la próxima semana ante el Limoges en el Buesa. Todo sigue en las manos alavesas.
Ni ritmo, ni acierto ni alegría. Pocos equipos como este pétreo Olympiacos saben destruir las virtudes del rival. El Baskonia estuvo maniatado por la tela de araña griega y nunca pudo imponer su vistoso baloncesto en una noche de pico y pala donde cada canasta era casi un milagro.
Ocasión al limbo. Difícilmente emergerá otra oportunidad como la de ayer para romper el mal fario en El Pireo. Lojeski y Printezis causaron baja, mientras que Spanoulis se retiró a los vestuarios en el minuto 35 y se perdió el epílogo.