vitoria - La séptima jornada de la Euroliga traslada al Baskonia hacia la que se ha convertido prácticamente desde hace más de un lustro en su segunda casa en Europa (Atenas) y una de sus canchas malditas. En la capital helena, tierra de más alegrías que sinsabores a lo largo de la historia pero donde no saborea un triunfo desde 2007 cuando obtuvo el billete para su tercera Final Four consecutiva con Boza Maljkovic en el banquillo, podría quedar prácticamente resuelto hoy el pasaporte para el Top 16 a falta de tres duelos para la conclusión de la primera fase.
Ocurra lo que ocurra esta noche, sin embargo, los alaveses necesitarán apelar a la paciencia. Y es que ni aun produciéndose la carambola más positiva para sus intereses, es decir su éxito en la difícil plaza de El Pireo y la derrota del Limoges ante el Cedevita en su cancha del Beaublanc, podrá celebrarse hoy el billete matemático. Todo quedaría pendiente de la velada fijada para la próxima semana ante los franceses en el Buesa Arena, donde incluso podría valer una derrota por menos de 36 puntos para hacer realidad el primer objetivo de la temporada con una suficiencia inesperada.
Más allá de estas cábalas a las que siempre toca recurrir a estas alturas, todo hace indicar que es ya es una mera cuestión de tiempo que el Laboral Kutxa incruste un año más su figura entre la flor y nata continental. La fecha en la que lo certifique debe quedar en un segundo plano habida cuenta de que en Atenas tiene a su alcance un objetivo más apetitoso. En caso de batir al vigente subcampeón de la Euroliga, una empresa para titanes, los pupilos de Perasovic se encaramarán al liderato del grupo B. De suceder lo contrario, se avivará la pelea con el Efes -al que toca visitar en la penúltima jornada de esta ronda inicial- en pos de la segunda plaza.
El de hoy es un desafío mayúsculo para la tropa vitoriana, obligada a corroborar en uno de los grandes santuarios continentales la solidez y la fortaleza que está exhibiendo en el Buesa Arena. El Olympiacos no es un cualquiera, aunque parece que esta noche actuará más mermado que nunca. Según las informaciones de la prensa local, su parte de bajas es terrorífico y no se vestirán de corto ante el Baskonia, además de Young, Printezis, Lojeski y Milutinov. Al parecer, Spanoulis también está renqueante de sus problemas de espalda y será duda hasta el último instante.
En espera de saber si es una más de las clásicas artimañas de los griegos, bien harían el Laboral Kutxa en no confiarse. Porque pocos conjuntos han demostrado en el último lustro ser más competitivos, regulares y sólidos que el tres veces ganador de la Euroliga. Un muro de hormigón que ha edificado un conmovedor carácter ganador y sabe luchar hasta en las condiciones más adversas. No sólo se sostiene en pie gracias a la calidad de Spanoulis, sino también al espíritu de lucha de unos restantes gladiadores que bailan al son del exterior más mortífero que ha pisado desde hace años las canchas europeas. El Baskonia ha sucumbido en sus dos últimas visitas a Valencia y Zagreb, por lo que este desplazamiento invita a conseguir un salto de calidad en todas las facetas del juego.
Adaptarse al juego extremadamente físico y la dureza del Olympiacos, consentida a menudo por los árbitros cuando actúa en la Paz y la Amistad, nunca es fácil. Sin embargo, el Baskonia no pone límites a su ambición y también pretende romper el mal fario que le acompaña a sus visitas a este recinto, donde se impuso por última vez en abril de 2007 (89-95). Si finalmente se confirman sus sensibles bajas, entre las veladas amenazas locales emergerán el músculo de Hunter o las tablas de Mantzaris en la dirección. Y todo ello por no hablar de la pujanza de los emergentes Agravanis y Papapetrou, dos jóvenes griegos que vienen pegando fuerte y gozan de un protagonismo cada vez mayor a las órdenes de Sfairopoulos. En definitiva, un test de altura para el que el Baskonia comparece sin ninguna presión y con los deberes prácticamente hechos. Algo que casi nadie podía intuir cuando arrancó la Euroliga entre un mar de incógnitas.