Vitoria - En el balance de siete victorias en ocho compromisos oficiales que el Laboral Kutxa presenta en el arranque de la temporada, llama especialmente la atención la apretura de la mayoría de los marcadores. El equipo de Velimir Perasovic presenta unos registros excepcionales, pero los mismos bien podrían reflejar un presente mucho más oscuro de no haber mediado el acierto en unos minutos finales de los partidos en los que el Baskonia se está mostrando como un equipo temible. Dos victorias en la prórroga (Olympiacos y Efes), el volteo al marcador en el último cuarto en Málaga o las distancias marcadas en ese último período ante Obradoiro y Gran Canaria son claros reflejos de la capacidad de este grupo para manejar las situaciones de máxima tensión y resolverlas a su favor. Y es que hasta la única derrota de la temporada, la sufrida en Milán, estuvo a punto de convertirse en victoria merced a una sensacional remontada en los últimos cuatro minutos (17-30 en todo el cuarto, pero con un 8-26 en ese tramo final) a la que solo le faltó la guinda del triunfo para cerrar esa sensacional serie que el equipo de Perasovic presenta en los finales apretados.

Los dos únicos partidos del curso en los que el sufrimiento ha sido mínimo fueron las aplastantes victorias en las canchas de Estudiantes y Limoges. Los otros seis compromisos que ha tenido que afrontar el Laboral Kutxa han sido extremadamente cerrados y en cinco de ellos ha sabido decantar la balanza de su lado gracias a un final en el que ha exhibido poso, fortaleza defensiva y acierto a partes iguales.

En la NBA, donde se hacen estadísticas de todo tipo, hay una clasificación que detalla cuáles son los mejores equipos y jugadores -también los peores- en los dos minutos finales de partidos igualados que se manejan en una diferencia inferior a los cinco puntos. En ese denominado clutch time, el Baskonia se ha erigido como el más fiable. Una cuestión que se podría extender a los últimos cuartos, donde el equipo vitoriano se está mostrando letal.

En los períodos definitivos, el conjunto azulgrana solo ha cedido el intrascendente ante Estudiantes (19-16) y el del duelo con el Olympiacos (11-17), pero es que contra el equipo griego el partido se fue a la prórroga y en esos cinco minutos adicionales el Laboral Kutxa estuvo soberbio para firmar un parcial 16-9.

En partidos que marchaban apretados ante Obradoiro (empate al final del tercer cuarto) y Gran Canaria (cuatro puntos de ventaja en ese momento), también los últimos diez minutos fueron los decisivos. Ante los gallegos se firmó un 26-13, mientras que al equipo amarillo se le sentenció con un 18-12.

Mientras, en dos partidos que estaban cuesta arriba frente a Unicaja y Efes se aprovechó el final para darle la vuelta al marcador. En Málaga el cuarto definitivo se empezó con una desventaja de tres puntos que quedó enjugada con un 13-24. Ante los turcos, la desventaja de cinco puntos -que incluso llegó a ser de ocho tras una canasta y tiro libre adicional de Heurtel en la primera jugada- se igualó con un parcial 29-24 que tuvo continuidad en la prórroga con un 11-9.

Pero hay más datos que reafirman la genialidad baskonista en esos finales igualados y que hablan muy bien de la lectura de partido de Perasovic. Sin ir más lejos, el croata fue clave el jueves al apostar por cuatro pequeños con Hanga actuando como falso cuatro, una solución de emergencia que cortocircuitó a los cerveceros.

Los datos hablan de un Laboral Kutxa que se asemeja a un boxeador que aguanta estoicamente los golpes hasta que llegado el último asalto busca su mazazo definitivo. No en vano, ante Armani (30), Obradoiro (26), Unicaja (24) y Efes (29) su mejor anotación en un cuarto llegó en el período final, mientras que a Gran Canaria (12), Olympiacos (17) y, de nuevo, Armani (17), Obradoiro (13) y Unicaja (13) les dejó en su anotación más baja en ese último cuarto.

El equipo de Perasovic ha evidenciado una buena preparación física para llegar al final de los partidos con la cabeza y las piernas frescas y ha sabido aprovechar esos factores para subir la presión de una defensa que por momentos ha sido sensacional y también para buscar las mejores soluciones en ataque.

Más allá del trabajo coral colectivo en una defensa excepcional en no pocas ocasiones -dos piezas claves en ese sentido siempre son Blazic y Hanga, que han firmado acciones determinantes en ambas partes de la cancha-, el equipo ha sabido leer muy bien el ataque. Casi siempre de la mano de un Mike James que ha ejercido de director de orquesta y ha impuesto pausa, la figura de Bourousis se ha convertido en referencia innegociable. El ejemplo más claro es el último partido, en el que se buscó una y otra vez al griego al poste bajo para, a partir de ahí, buscar soluciones.