vitoria - Para abrir el Top 16, un jarro de agua fría inesperado. De nada sirvieron tres notables cuartos iniciales ante un Efes de lo más vulnerable que extrajo petróleo del mortal apagón azulgrana en el epílogo. Huérfano de referentes que se pusieran la capa de héroes y víctima de un monumental bloqueo mental, el Baskonia languideció en el peor momento. En uno de esos típicos partidos donde Heurtel asumía sin escrúpulos la responsabilidad, la tropa vitoriana malvivió por la ausencia de referentes. La sombra del base francés, enrolado en el enemigo y desapercibido en su vuelta al Buesa Arena, fue demasiado alargada. Nadie emergió para detener una caída lenta pero imparable y el inapelable castigo fue una derrota con tintes crueles que pone cuesta arriba desde la primera jornada el tránsito por la segunda fase continental.
Se fue diluyendo poco a poco como un azucarillo el Laboral Kutxa hasta acabar exhausto y preso de una incapacidad mortal de necesidad. Los pesos pesados de Ibon Navarro acumularon demasiados minutos y se echó de menos la producción de un banquillo inoperante. En un último cuarto aciago, se marchó por la borda una victoria de oro para la que el cuadro vitoriano contrajo indudables méritos. La parálisis ofensiva adquirió tintes insospechados con sólo nueve puntos en el casillero. El escuálido bagaje azulgrana se redujo a dos canastas de campo -obra de Bertans y Adams-, cuatro tiros libres del estadounidense recién llegado y otro más a cargo de Begic. Demasiado poco ante un Efes que tiró de oficio colectivo, la sapiencia de Draper en el segundo cuarto, la clase de Perperoglou y la exuberancia física de Lasme. El letón, otra vez gris y ansioso, desperdició la última bala con un tiro alocado y fuera de lugar a falta de diez segundos. Janning, rebosante de sangre fría, no perdonó a renglón seguido desde los 4,60 metros.
Tras permanecer agazapado y a rebufo en el marcador durante 38 minutos, los otomanos clausuraron la confrontación con un parcial de 1-11. Fue el frustrante epílogo de un Baskonia cuya gestión final resultó deficiente, que describió una línea descendente en su juego y evidenció que no está para echar cohetes. La plantilla ha sufrido una drástica remodelación desde el inicio de la temporada, pero muchos defectos continúan intactos. James dejó destellos en una dirección repleta de altibajos a la que Adams no ha brindado de momento un salto de calidad, brilló por su ausencia la munición del perímetro y pasaron otra vez de puntillas los dos cuatros. Begic, invisible para Ibon Navarro en el sprint final, constituyó el principal faro hasta que las fuerzas le abandonaron.
En espera de que se vayan redefiniendo los roles, el maratoniano azulgrana no termina de asentarse como un aspirante sólido a grandes gestas. Ni siquiera en las jornadas donde eleva la temperatura defensiva y siente el respaldo del sexto jugador, encuentra rendijas para rematar los encuentros que se le ponen de cara. A estas alturas de la Euroliga, toca rozar la perfección e hilar fino para no despeñarse. Y al Laboral Kutxa se le hizo demasiado largo un estreno de Top 16 donde gozó de francas ventajas (22-9, 58-49 y 66-61) y puso contra las cuerdas a uno de los ricos del Viejo Continente.
Y es que los alaveses arrancaron el nuevo año con propósito de enmienda y bríos renovados. Tras la desangelada imagen en el Príncipe Felipe, su puesta en escena invitó al optimismo en una velada donde quiso acometer la defunción otomana por la vía rápida. La llave del éxito pasaba por endurecer su trabajo atrás y hallar diversas amenazas en ataque. Pues bien, ambas virtudes quedaron satisfechas ante un Efes que contó con una tímida versión de Heurtel. El base galo, recién llegado a Estambul y en busca de química con sus compañeros, fue recibido con más aplausos que pitos. Incluso se erigió en un aliado en el epílogo con varios errores de bulto. Sin embargo, el Baskonia se ahogó en la orilla. El Top 16 eleva el listón de la exigencia y cualquier desfallecimiento se paga caro.