vitoria - Diez finales para cubrir dos de los objetivos mínimos fijados desde la presidencia o, en su defecto, convertir lo que resta de temporada en una auténtica tortura. Inmerso en una situación crítica tanto en la ACB como la Euroliga, donde su margen de error ya es prácticamente mínimo tras las incontables concesiones realizadas hasta la fecha, el Baskonia afronta de aquí a la conclusión del año 2014 una decena de encuentros determinantes -seis dentro del torneo doméstico y cuatro correspondientes a la máxima competición continental- que van a marcar los movimientos entorno a la plantilla e incluso mediatizar el futuro económico del club.
Un grupo en estos momentos huérfano de confianza y preso de los miedos tiene por delante un tramo del calendario donde ya no hay red ni colchón de seguridad. O sale airoso o corre el riesgo de sepultar las últimas opciones de clasificación hacia el Top 16 y la Copa del Rey, comprometidas al máxima tras dos derrotas crueles por la mínima ante el Neptunas y el Joventut.
De tanto jugar con fuego y mostrar una inconsistencia sangrante desde el inicio del ejercicio se ha asomado al precipicio el Laboral Kutxa y está expuesto a despeñarse hacia el vacío. Su incapacidad para sumar victorias lejos del Buesa Arena -son ya siete derrotas a domicilio- le coloca en una coyuntura delicada a la hora de satisfacer dos asequibles metas que en otros tiempos más dorados eran prácticamente pan comido y se hacían realidad casi sin despeinarse.
Queda el consuelo de que las próximas citas ante el Olympiacos y el Iberostar Tenerife tendrán lugar en Zurbano, único lugar que ha visto ganar este curso a un bloque que a sus carencias en determinadas demarcaciones añade una inquietante falta de madurez para resolver los finales taquicárdicos. Sólo ha sido capaz de resolver de forma favorable la visita del Galatasaray, en contraposición a las recientes derrotas por la mínima han puesto de manifiesto la fragilidad mental azulgrana.
No hay peor síntoma alrededor de cualquier equipo que la falta de confianza y el miedo a ganar. En los momentos calientes donde se requieren fuertes dosis de personalidad y oficio, el conjunto dirigido ahora por Ibon Navarro no ha esgrimido más que dudas y una única amenaza: Thomas Heurtel. El base francés, de lo poco que escapa a la mediocridad y último de los males de un Baskonia donde varios integrantes (Causeur, San Emeterio, Vujacic, Shengelia, Tillie...) deben reflexionar sobre su paupérrimo papel, necesita lugartenientes para no erigirse en el único que se juegue los balones calientes.
Sin ser de elevados quilates y con algún bulto sospechoso como Doron Perkins que pasará en breve a la historia, no cabe duda de que la plantilla debe dar mucho más de sí y transitar con menos agobios clasificatorios en los dos frentes. Urge el rearme anímico del colectivo para taponar una herida profunda. Tampoco ayudan la ida y venida de jugadores, la inestabilidad y la constante sensación de provisionalidad en el banquillo y la pista derivada de las urgencias de una directiva carente en los últimos años de la pócima del éxito con el fin de reverdecer viejos laureles.
La primera final tendrá lugar pasado mañana en la visita del Olympiacos, líder imbatido del grupo D y uno de los cocos europeos. Tras el patinazo ante el Estrella Roja que se cobró la destitución de Marco Crespi, el cupo de errores está agotado en el Buesa Arena. El desigual estado de necesidad de los dos equipos -los griegos ya están clasificados- debería dejarse sentir desde el salto inicial, aunque el partido también vendrá condicionado por la ansiedad azulgrana. A renglón seguido, el calendario tiene reservado al Baskonia sendas visitas a Estambul (Galatasaray) y Belgrado (Estrella Roja ), además de la llegada a Vitoria de un Valencia Basket que en estos momentos comparte penas con los alaveses y ocupa el farolillo rojo del lote.
En caso de una prematura eliminación que daría con los huesos del equipo en la poco glamourosa Eurocup, la licencia A de la Euroliga -el mejor patrimonio de que dispone en la actualidad el club- corre el riesgo de tambalearse. Por no hablar de la considerable pérdida de prestigio y las nefastas consecuencias económicas que podrían derivarse de la pérdida de abonados y, sobre todo, los fieles patrocinadores que encontró Josean Querejeta para vivir la etapa más gloriosa del Baskonia.
En la ACB, los partidos serán menos comprometidos, pero igual de trascendentales. Por este orden, el Iberostar Tenerife, el Valencia Basket, el Fuenlabrada, el Murcia, el Baloncesto Sevilla y el CAI compondrán el sexteto de rivales hasta la conclusión del año. En las nueve jornadas que restan para efectuarse la criba copera, el Laboral Kutxa se halla obligado a sumar un mínimo de seis victorias -puede que necesite siete si el Gran Canaria cae por debajo del octavo puesto- si quiere estar presente en el Gran Canaria Arena en febrero del año que viene.