Fin de la racha. Con el triunfo de ayer, Unicaja rompió una racha de ocho años consecutivos sin ganar en el Buesa Arena en Liga ACB, concretamente desde junio de 2006, temporada en la que el conjunto malagueño logró su histórico título liguero.

Vitoria - El pasado 8 de julio, en la flamante sala de prensa del Buesa Arena, su presidente, Josean Querejeta, expresó con vehemencia su deseo de reconstruir un nuevo equipo que recuperara la “competitividad y el carácter” que nunca tuvo durante la campaña anterior, dirigida por un Sergio Scariolo al que acusó en su despedida de batir todos lo récords de excusas. Añadió después el mandatario que los males estaban detectados -un nivel defensivo que no estuvo a la altura durante muchas fases del curso y una “falta de competitividad”, dijo- y prometió a la afición enmendar la plana. Pues bien, han bastado tres partidos oficiales -dos ante el Barça en Liga y Supercopa, y uno ante Unicaja, además del amistoso ante el Khimki (Trofeo Diputación)- para percatarse que no hay ni rastro de las promesas del presidente. Porque si bien las derrotas en los primeros envites pudieron deberse a los males propios de una pretemporada demasiado irregular, lo de ayer ante el conjunto malagueño ha hecho saltar las primeras alarmas en la zona noble del pabellón. Y todas ellas, además, han provocado un angustioso regreso al pasado más reciente, el de la temporada pasada, que fue el que precisamente marcó el inicio de la cacareada Refundación.

En ese contexto se presentaba ayer el Laboral Kutxa ante su afición. Esperanzado tras el -22 traído de Barcelona y con las miras del nuevo propósito lideradas por su nuevo mariscal, el italiano Marco Crespi. Y todo saltó por los aires. Ni rastro de un mínimo rigor defensivo a pesar del carácter limitado del equipo; ni rastro de un fundamento de juego claro que no fuera, al menos ayer, el tiro exterior y los triples en forma de chambas que, al menos, evitaron la sangría; y sin rastro de una aportación mínima por parte de los nuevos jugadores. En este punto, y visto con perspectiva, la actuación de Bertans de la semana anterior en el Palau parecía ayer una broma. Se antoja, por tanto, tiempo de psicólogo en el vestuario azulgrana. El enfermo urge terapia antes de que sea demasiado tarde y las dudas generadas en torno a la actitud del equipo, manifiestas ayer, deben disiparse con premura antes de que el proyecto explote antes de arrancar. Hay un futuro en juego que pasa por una cara diametralmemte opuesta a la ofrecida ayer, así que ponerse las pilas es de obligado cumplimiento. Y por si fuera poco, el debut en Euroliga está a la vuelta de la esquina. Será el miércoles, de nuevo en casa. Ayer Unicaja advirtió lo que se viene esta temporada. Y eso que al final rebajó el pistón para evitar una sangría.

El titubeante inicio liguero del Baskonia ya le deja sin mucho margen de error para afrontar los próximos compromisos. Sólo vale ganar al Andorra y al Bilbao Basket para no empezar a comprometer seriamente las opciones de disputar la Copa del Rey.