VITORIA - Tras sendas confrontaciones ante un rival inalcanzable como el Barcelona, ubicado al menos dos escalones por encima, el Baskonia inicia esta noche su verdadera Liga ACB ante un visitante de lo más atractivo y peligroso. A un horario intempestivo y casi discotequero, un rival directo como el Unicaja aterriza en el Buesa Arena como la primera vara de medir seria a la hora de palpar las sensaciones de un equipo obligado a disipar dudas y dar pasos adelante en su laborioso proceso de ensamblaje.

Pese a la dolorosa pérdida de Zoran Dragic, su estandarte del perímetro que decidió hace días emprender la aventura de la NBA junto a su hermano Goran en Phoenix Suns, el conjunto malagueño forma parte de la aristocracia del torneo y reúne a notables baloncestistas en sus filas. Sin embargo, a diferencia de los culés es un grupo terrenal al que el Baskonia puede hincar el diente. Aunque la pasada temporada rompió el mal fario de sus visitas a Vitoria en el Top 16 de la Euroliga, el Unicaja suele ser vapuleado cada vez que pisa territorio alavés en el torneo doméstico. Y eso debe incrementar la confianza azulgrana antes del salto inicial.

El último triunfo andaluz en Zurbano, grabado a fuego en la memoria de sus aficionados por haberle permitido izar el único título liguero de su historia, data del lejano 21 de junio de 2006. Desde entonces, el Unicaja ha encadenado once derrotas consecutivas en la ACB y sus peores pesadillas podrían volver a resucitar a poco que el Laboral Kutxa complete una faena de aliño ante su expectante parroquia.

Ante un forastero acreditado que presentará la ausencia de Carlos Suárez, aquejado de una rotura fibrilar en el gemelo derecho, será el momento de comprobar si el cuadro de Marco Crespi ha realizado algún progreso tras una semana exenta de compromiso. Y es que el plantel ha dispuesto de una pequeña tregua para poder entrenar y dejar entrever síntomas de mejoría respecto a sus titubeantes primeros compromisos. Siete largos días desde la derrota en el Palau para ajustar paulatinamente piezas, ir delimitando roles y ofrecer un boceto de grupo más conjuntado.

La próxima semana ve la luz la Euroliga con el partido ante el Neptunas Klaipeda y entonces arrancará un intenso trajín de viajes, vuelos y esperas en los aeropuertos que estrecharán el margen para el crecimiento. Pese a que la enfermería todavía presenta inquilinos ya en la recta final de sus lesiones, se avecina un partido en el que no valen las excusas.

Ante todo, se trata de apelar a la practicidad e inaugurar la cosecha de triunfos, pero también llega la hora de constatar si los propósitos de enmienda se hacen efectivos o, por el contrario, un brindis al sol. Es obvio que ningún equipo puede progresar si no dispone de su esqueleto al completo. En el caso del Baskonia, existe el atenuante de la tardía llegada de algunos internacionales, pero eso no justifica por sí solo la mala imagen ofrecida en estos albores de curso. Tanto la dirección como el juego interior están bajo sospecha. Las dudas que deja el escudero de Heurtel (Perkins) y la ausencia de un poste dominante bajo los aros han salido a la luz a las primeras de cambio.

Al igual que el Laboral Kutxa, el Unicaja también presenta una fisonomía muy cambiada respecto al pasado curso. De hecho, Joan Plaza luce novedades en todas sus líneas, aunque la fuga de Zoran Dragic amenaza con reducir su cotización en todos los frentes. Stefan Markovic, de vuelta en la ACB, conforma una notable pareja con Granger -duda por una luxación en el meñique- al frente del timón, la pimienta exterior está garantizada con dos veteranos como Vasileiadis y Stefansson y está por ver si los estadounidenses Thomas y Green suplirán con acierto la sensible baja de Caner-Medley, que emigró al Astana kazajo en verano tras no poder el club mantener su sueldo. Otro viejo conocido del Buesa como Golubovic, campeón liguero con el Baskonia en 2010, completa la extensa nómina de caras nuevas del Unicaja para este ejercicio.