vitoria - En el deporte profesional, nunca puede ni debe darse uno por vencido de antemano ni creer que todo está perdido antes de calzarse las botas. Los ejemplos en que David ha superado a Goliath son innumerables en el pasado. El problema reside en que este Baskonia tan verde e inconexo no parece capacitado en la actualidad para hazañas épicas que conmuevan a sus aficionados. Mucho más si debe verse las caras ante un rival que viene de endosarle durísimos correctivos, le triplica en presupuesto, atesora un fondo de armario infinitamente superior y le aventaja con holgura en todas las facetas. La diferencia actual entre el Barcelona y el Laboral Kutxa es sideral, pero de ahí a comparecer en el Palau entregado, sin fe y resignado ante sus nulas posibilidades de éxito media un abismo.

La misión de inaugurar con una victoria la nueva andadura liguera en el Palau Blaugrana constituye, siendo realistas, un objetivo prácticamente inalcanzable. Las sensibles ausencias en el juego interior tampoco contribuyen a elevar la moral antes del salto inicial, pero el encuentro en sí supone un test fundamental para comprobar el carácter y la mentalidad competitiva del grupo dirigido por Marco Crespi. Más que por una victoria o una derrota, el crecimiento de un equipo en fase embrionaria como el Laboral Kutxa viene dado por otros factores.

En ese sentido, el Baskonia debe exigirse otra imagen alejada de la endeblez y melancolía ofrecidas en la Supercopa, donde el Barcelona apenas necesitó arremangarse y sudar para endosarle una dolorosa paliza. Si el vigente campeón cumple el pronóstico, que sea al menos sufriendo, sintiendo el aliento en la nuca del rival en su intento de anotar canastas y no circulando a través de una plácida alfombra roja.

El listón vitoriano está muy bajo y cualquier entendido en la materia coloca un uno fijo en la quiniela, de ahí la motivación que debe anidar dentro del vestuario para buscar la primera gran sorpresa de la temporada. Con excepción de Satoransky, Xavi Pascual alineará a su plantilla de gala. Tras evaporarse el primer título del nuevo ejercicio y ser abatido por los francotiradores del Real Madrid en la final de la Supercopa, el Barcelona ha contraído una pequeña deuda con sus seguidores que intentará saldar cuanto antes. Por contra, Crespi presentará un bloque de circunstancias debido a las bajas de Shengelia y Hamilton. La pelea debajo de los aros promete ser muy desigual. Únicamente Iverson, Gomes, Tillie e Ilimane Diop podrán dar la oportuna réplica a uno de los juegos interiores más lustrosos y largos del Viejo Continente.

Tampoco ayuda el incierto futuro de Heurtel, cuyos cinco sentidos puede que no estén del todo puestos en el partido ante la posibilidad de que en las próximas fechas haga las maletas con destino a uno de los dos grandes del baloncesto turco. Esta indefinición respecto al timonel francés, imprescindible en un equipo donde algunos jugadores están obligados desde el inicio a disipar las dudas respecto a su verdadera valía, no es el mejor caldo de cultivo para el crecimiento de un plantel donde todos deben remar en la misma dirección.