SU barba al más puro estilo de la estrella de la NBA James Harden le impide pasar desapercibido allí donde se encuentre, pero lo cierto es que Dwayne Davis es mucho más que un simple reclamo estético. El jugador estadounidense del UCAM Murcia -nacido hace 24 años (los cumplió el pasado miércoles) en Philadelphia- es uno de esos ejemplos de superación personal que abundan en el deporte norteamericano y arrastra con él una biografía que bien podría dar lugar una película.
Porque lo cierto es que el escolta que esta tarde en el Buesa Arena se convertirá en la principal amenaza exterior para el Baskonia ha tenido que sobreponerse a numerosas dificultades a lo largo de su azarosa existencia hasta llegar a su exitoso momento actual.
Nacido en una familia ya de por sí humilde, la vida de Davis dio un brusco giro de 180 grados cuando su madre falleció víctima de lupus. Con apenas trece años y sin la presencia de una figura paterna a su lado, se encontró con la responsabilidad de tener que sacar adelante a sus dos hermanos pequeños sin contar con apenas recursos para ello. Ahí comenzó un largo peregrinaje por diferentes albergues juveniles que alternaban con temporadas durmiendo en la calle en la vieja furgoneta que tenía su madre.
Con semejante panorama, el baloncesto se convirtió en su única válvula de escape. Asiduo a los partidos callejeros de gran tradición en Estados Unidos, conseguía sacarse un dinerillo a base de perfeccionar un tiro letal que le sirvió para ganarse el apodo de El rifle. Pero, claro, la suerte no siempre le sonreía en las pistas y conseguir realizar al menos una comida al día se convertía en ocasiones en una tarea extremadamente compleja. Entonces, llegó incluso a vender videoconsolas robadas para poder disponer de unos pocos dólares.
Su suerte comenzó a cambiar cuando coincidió con Stan Law, un técnico que le había entrenado en categorías inferiores y que dirigía uno de los albergues que el actual jugador del UCAM Murcia y sus hermanos frecuentaban. Gracias a su apoyo, comenzó a destacar y se convirtió en uno de los mejores del estado en edad de instituto. Sin embargo, un peso demasiado elevado como consecuencia de la dieta profusa en comida basura a la que le empujaba su precaria situación económica y su escaso amor por los libros provocaron que muchas universidades le cerraran sus puertas.
Finalmente, Southern Mississippi decidió concederle una oportunidad y permitirle mostrar su talento. No obstante, aún debió sobreponerse a un nuevo obstáculo. Incapaz de mejorar su rendimiento académico y todavía con problemas de peso, fue castigado con un año en blanco en la temporada 2011-12. El toque de atención surtió efecto y Davis aprendió la lección. Así, el pasado curso regresó para completar su formación y firmar 16,4 puntos y 4,5 rebotes de media por partido.
Tras intentar hacerse un sitio en la NBA sin éxito -en verano probó con hasta seis equipos (uno de ellos le envió una limusina al aeropuerto a recogerlo pero él prefirió tomar un taxi)-, aceptó la oferta del Murcia para iniciar la aventura europea. Perfectamente aclimatado a la capital pimentonera, se ha convertido en una de las claras referencias del combinado de Óscar Quintana (además de Davis cuenta también con Scott Wood y Ehimen Orukpe provenientes de la NCAA) y, como siempre, continúa sacando adelante a su familia.