Vitoria. Hay una máxima en la NBA: no se le puede dar nunca por muertos a los Celtics de Doc Rivers. El equipo de Boston, herido tras la lesión de Rajon Rondo, su gran estrella, compareció en los play off por el título con la vitola de víctima y está protagonizando una epopeya digna sólo del que es, probablemente, el equipo con mayor amor propio y espíritu competitivo en la historia de la competición estadounidense. La madrugada del miércoles al jueves, en el Madison Square Garden, los verdes forzaron un sexto partido en la serie que les enfrenta a unos Knicks que se las prometían muy felices tras vencer con cierta holgura en los tres primeros duelos.
Pero, como queda dicho, no se les puede dar nunca por muertos a estos Celtics. No se puede dudar de Paul Pierce, ni de Kevin Garnett. Tampoco del peso añadido y la responsabilidad que conlleva vestir la camiseta de la franquicia más laureada de la NBA. En un partido que comenzó muy cuesta arriba para el equipo de Massachusetts (11-0 de inicio para New York), el pundonor de Kevin Garnett, que con 16 puntos y 18 rebotes se merendó a todos los interiores de los Knicks, la calidad de Pierce y la excelente aportación de Bass, Green y Terry -en una rotación de sólo siete hombres- bastó para tumbar (86-92) al equipo local y forzar el sexto partido, que se disputará esta madrugada en un TD Garden que estará lleno hasta la bandera.
En los otros dos encuentros disputados en la madrugada del jueves, los Pacers de Indiana sumaron su tercera victoria en la serie ante los Hawks gracias a la gran actuación de David West (24 puntos) y Paul George (21 puntos y 10 rebotes). La serie (3-2 para el equipo de Indiana) vivirá el sexto partido en el Pihilips Arena de Atlanta, donde los Pacers acumulan una racha de trece derrotas consecutivas desde 2006. Además, los Rockets sumaron su segunda victoria ante unos Thunder que acusan la baja de Westbrook (3-2 para OKC) gracias a la descomunal actuación de James Harden ante su exequipo (31 puntos).