si había un escenario inmejorable para mostrarse ante los gigantes de Europa y la mismísima NBA, ese no era otro que el Universal Sports Hall de Moscú. Varios integrantes baskonistas -y, de paso, los propios dirigentes del Caja Laboral- confiaban en aprovechar el glamouroso cruce ante el CSKA, seguido in situ por infinidades de ojeadores de todo el mundo, para reivindicarse y ver disparada su cotización de cara al futuro. Craso error. Lejos de exhibir unas credenciales de las que se pudiera beneficiar Josean Querejeta durante los próximos meses para ingresar un suculento traspaso, el fiasco ha sido mayúsculo. Y un nombre propio señalado por la cátedra para dar el salto el próximo verano a la mejor liga del mundo se encuentra en la diana de todas las críticas. Se trata de Nemanja Bjelica, un expediente X en los dos infaustos compromisos celebrados en la capital rusa.

Si bien la pésima inercia colectiva ha impedido contemplar algún excelso papel a nivel individual y, salvo contadas excepciones, nadie ha estado a la altura, se esperaba más de ciertos elementos sobre los que descansan buena parte de las esperanzas alavesas de acceder a la Final a Cuatro de Londres. Uno de ellos es, sin lugar a dudas, el cuatro serbio, el jugador de Tabak que peor parado está saliendo hasta ahora de una eliminatoria imposible de ser resuelta con éxito.

Lo peor de todo es que su motivación debía haber estado por las nubes dado que su seleccionador nacional, Dusan Ivkovic, siguió desde la primera fila sus evoluciones y las de otros compatriotas de la potente selección plavi como Teodosic, Krstic y Erceg. La tela de araña tejida por Messina y la impresionante batería de interiores con que cuenta el coloso del Ejército Rojo han minimizado a una de las principales armas ofensivas del Caja Laboral, que ha pasado completamente desapercibido en los dos asaltos inaugurales.

Siendo realistas, el propio Nemanja no ha necesitado ser empujado por nadie para borrarse de la pelea con dos actuaciones desesperantes en todos los sentidos. Por eso, el objetivo del técnico de Catania se ha visto allanado. No sólo sus números han sido tremendamente discretos -tanto el miércoles como el viernes, su valoración fue negativa-, sino también la mentalidad y la intensidad con las que ha comparecido sobre la pista. Rivales y partidos de este calibre son los que miden realmente la temperatura de un jugador, más si se es una promesa dotada de un talento innato para, es de suponer, comerse el mundo y convertirse en una estrella de la canasta.

Además de no dar una a derechas en ataque, donde ha carecido de acierto en sus tiros abiertos y se ha empeñado en buscar penetraciones imposibles y sin ningún sentido, su asignatura pendiente ha vuelto a estar localizada en el rendimiento defensivo. Los pívots del CSKA han campado a sus anchas a la hora de aprovechar su déficit en cuanto a agresividad. Para colmo de males, su aportación reboteadora ha sido irrisoria, quedando inédito en la confrontación del viernes. El club, que ha demostrado una paciencia ilimitada con él en las dos campañas anteriores cuando fue relegado a un segundo plano por Ivanovic, todavía confía en que uno de sus grandes activos despierte del letargo. Su futuro traspaso a los Timberwolves debe dejar mucho dinero en las arcas del Buesa Arena.