Vitoria. El Palau Blaugrana asiste esta noche a la enésima final continental del Caja Laboral, obligado a dar un imprescindible golpe de efecto ante el rival más cualificado del grupo para mantener vivas sus delicadas constantes vitales en la Euroliga. El desplazamiento a la Ciudad Condal es la primera trampa mortal que le tiene reservada el calendario en estas tres últimas jornadas del Top 16 a un colectivo vitoriano ya sin margen de error tras sus innumerables concesiones anteriores. Únicamente sirve la victoria, un diagnóstico extensible al desembarco de la próxima semana en la región moscovita de Khimki o la llegada del Montepaschi al Fernando Buesa Arena para clausurar esta apasionante liguilla donde persisten todavía muchas incógnitas por resolver.

Es obvio que, de los cinco aspirantes a ocupar las tres posiciones que proporcionan el billete hacia el cruce previo a la Final Four, la tropa adiestrada por Zan Tabak deberá recorrer el camino más tortuoso. Tras hacer los deberes ante las cenicientas otomanas del Besiktas y Fenerbahce, las cuentas siguen más que claras. Se necesitan tres victorias o, a lo sumo, dos contundentes ante rusos e italianos, a los que además no quedaría otro remedio que recuperar el peligroso average de la ida. Una empresa para auténticos titanes que no tendrá ningún viso de resolverse favorablemente si el Baskonia no despliega un baloncesto más intenso y fluido que en los últimos tiempos.

El bochornoso episodio de Badalona, saldado con un terrible ejercicio de apatía por parte de ciertos jugadores bajo sospecha, debe servir como acicate para plantar cara a uno de los grandes colosos continentales al que, en teoría, esta noche no le va tanto en juego como a su rival. Refugiarse en el hecho de que el Barcelona estará más relajado que de costumbre y que el triunfo se producirá por pura inercia constituirá el peor de los enemigos antes del salto inicial.

El cuadro blaugrana ha rubricado una excelente trayectoria en este Top 16, donde puede presumir de un expediente prácticamente impoluto. Únicamente mostró un solitario síntoma de debilidad en la segunda jornada ante el Khimki. En los restantes compromisos se ha comportado como una apisonadora inclemente gracias a la profundidad de su banquillo y los múltiples recursos de una plantilla que, si bien arrancó el curso con algunas dudas en el equipaje, se ha asentado con el paso de los meses con una contundencia digna de alabar. Tal es así que ya tiene asegurada la segunda posición del grupo y, por tanto, la ventaja de campo en la eliminatoria de cuartos.

Con o sin navarro La pretensión culé reside ahora en sumar la última victoria restante para amarrar el liderato y convertir en intrascendentes sus dos últimos choques ante el Montepaschi y el Maccabi. Si los italianos o el Olympiacos no se apropian de todos los triunfos en juego, su objetivo ya estaría eso sí en el zurrón. Las esperanzas alavesas radican en que el combinado de Xavi Pascual exhiba una actitud algo más contemplativa, no ponga toda la carne en el asador, eche mano de sus piezas menos habituales y, sobre todo, reserve a su principal estrella.

Sería, desde luego, el escenario ideal para protagonizar la machada y presionar a los rivales directos que entrarán en liza mañana. Y es que la principal duda estriba en saber si Juan Carlos Navarro, huérfano de continuidad en la presente temporada debido a sus eternos problemas físicos, se vestirá de corto o será dosificado para los encuentros mucho más decisivos que aguardan de aquí en adelante. El Caja Laboral ya extrajo petróleo de su ausencia en la reciente cita liguera del pasado 3 de marzo, resuelta con una victoria agónica (67-69) que dejó casi vista para sentencia la segunda posición de la fase regular. Si el extraterrestre nacido en Sant Feliu de Llobregat se convierte en un espectador de lujo, las opciones baskonistas subirán como la espuma y el optimismo renacerá mínimamente en un entorno de uñas por lo sucedido el pasado domingo ante el Joventut.

Aunque no es la primera vez que la plantilla experimenta una bajada de tensión y concentración tan pronunciadas, se confía en que la disputa de una jornada tan trascendental traiga consigo un cambio radical. Heurtel, Nemanja Bjelica y, sobre todo, Lampe están obligados a dar un paso al frente para elevar el rendimiento de un plantel en el que todos necesitan remar en la misma dirección para propiciar los resultados positivos del grupo. El actual Caja Laboral, carente de estrellas rutilantes como antaño, debe mancharse de barro y ponerse el mono de trabajo para ser competitivo. Y mucho más si el, para muchos, rival más en forma de Europa es la envenenada piedra de toque.