Vitoria. Hace tiempo que el Baskonia hizo de la necesidad virtud. El equipo vitoriano, acomodado en lo imposible durante las últimas temporadas, sólo parece disfrutar del éxito cuando viene acompañado de dificultad. Cuanto peor, mejor. Cuanto menor la posibilidad, mayor la gloria. Con Dusko Ivanovic fueron muchas las hazañas, y todas quedaron marcadas a fuego en la memoria colectiva azulgrana. Ausente el montenegrino, el Caja Laboral ha encontrado en Tabak a un nuevo comandante adicto a las gestas inesperadas. Lo hizo en sus primeras semanas reanimando con diecisiete victorias consecutivas a una plantilla en estado catatónico, y ahora, cuatro meses después de tomar las riendas baskonistas, tiene la posibilidad de sumar una nueva muesca en su revólver con el pase a cuartos de la Euroliga. Tres son las balas que le quedan y tres los rivales por abatir, pero ninguno de ellos va a morir sin desenfundar.
Apartada a un lado por unos días, la Liga es ahora un objetivo secundario para el conjunto alavés, que mañana viaja a Badalona para enfrentarse al Joventut a partir de las 18.45 horas. Segundo a cuatro victorias del líder, el Real Madrid, y a otras tantas del tercer clasificado, el Barcelona, la competición doméstica pasa a un segundo plano en beneficio de la Euroliga, a la que restan tres apasionantes semanas para finiquitar el Top 16. Tres partidos en los que el Baskonia se juega los cuartos de la única forma que conoce y que ha convertido en marca registrada: a la heroica. El cómodo triunfo contra el Fenerbahce, unido al de Olympiacos en Siena y el del Maccabi in extremis frente al Khimki, aprieta en un puño la clasificación del grupo con cinco equipos en un margen de una victoria. Con todo, en principio serán vitorianos, hebreos y rusos los que pugnen por un billete para el los cuartos de final. Y este año el pase es especialmente caro.
El Caja Laboral se medirá en esta recta final al Barcelona en la Ciudad Condal, al Khimki en las afueras de Moscú y al Montepaschi en el Buesa Arena como punto final. Tras ganar a Besiktas y Fenerbahce los vitorianos dependen de sí mismos. Tres victorias sellarán el pase. Dos lo dejarían prácticamente inerte, pendiente de un milagro y el average particular y general. Una carambola tan imposible de predecir como improbable que se produzca, especialmente teniendo en cuenta que el Baskonia debería remontar doce puntos de desventaja con el Khimki y once con el Montepaschi.
Desalentadores datos Pero, más allá de cábalas, el verdadero problema con el que se enfrenta el equipo de Tabak en este tramo final es el reto que supone enlazar dos triunfos seguidos fuera de casa ante sendos equipos que han hecho de su cancha un fortín.
Los datos no alientan a la esperanza. El Barcelona, rival del próximo jueves, sólo ha perdido uno de los diez partidos de Euroliga que ha disputado en el Palau, ante el CSKA de Moscú en el último choque de la fase regular por 75-78. El Khimki no le anda a la zaga. Inconsistente cuando viaja lejos de la madre patria, los hombres de Rimas Kurtinaitis se muestran en cambio intratables en Moscú, donde también han dejado escapar apenas uno de los diez encuentros, el que perdieron en la séptima jornada del Top 16 contra el Olympiacos por 82-87. Por su parte, el único de los tres rivales al que le toca viajar a Vitoria, el Montepaschi, acumula en su haber cuatro victorias -una menos que el Caja Laboral- en los diez duelos que ha jugado como visitante.
Un calendario duro que complica mucho las aspiraciones azulgranas en la competición y que se vuelva aún más aterrador al compararlo con el de sus dos grandes compañeros de viaje en esta recta final. Por un lado, el Maccabi de Tel Aviv se verá las caras contra el Olympiacos (fuera), el Besiktas en casa y el Barcelona (fuera), mientras el Khimki enlazará dos partidos seguidos en Moscú (Fenerbahce y Caja Laboral) para terminar en El Pireo ante la escuadra helena. Ante esta tesitura, de consumar su pase a la siguiente ronda el Baskonia podrá vanagloriarse de haber acometido una auténtica gesta en el momento clave de la temporada, cuando más difícil parecía, repitiendo así lo ocurrido en la primera fase.