un partido sin historia fue endulzado ayer en el Fernando Buesa Arena por dos jóvenes sedientos de gloria inmersos en los primeros kilómetros de un periplo en la capital alavesa que debería ser fructífero a poco que mantengan su progresión. En la permanente búsqueda de savia fresca para regenerar sus proyectos y sin otro afán que pulir sus diamantes en bruto para que las arcas del club vitoriano recauden unos suculentos ingresos mediante un traspaso en el futuro, Josean Querejeta no duda en poblar de prometedoras piezas la plantilla azulgrana. Una política invariable que, en una época de crisis como la actual, cobra aún más importancia.
Tibor Pleiss y David Jelinek responden a ese perfil que tantos dividendo ha reportado en el pasado al inquilino del recinto de Zurbano. La muralla alemana demoró el pasado verano su desembarco en la NBA para terminar su proceso de formacion en un club pionero a la hora de forjar estrellas. El escolta checo, por su parte, recaló hace escasas fechas para cubrir la vacante de Oleson, del que tuvo que desprenderse el Caja Laboral para cuadrar sus números en rojo. Ambos tienen virtudes en común: desparpajo, ambición y ganas de comerse el mundo para dar pasos hacia adelante en sus carreras. Algo de lo que, por ejemplo, adolecen varios envejecidos jugadores del Fenerbahce sumergidos en el ocaso de su carrera deportiva y más pendientes a una determinada edad del estado de sus cuentas corrientes que de perfeccionar los errores.
En una velada sin historia que retrató el penoso estado del conjunto otomano y no exigió prácticamente nada a un efervescente Baskonia que circuló a través de una autopista exenta de obstáculos, Pleiss y Jelinek dejaron las pinceladas más interesantes. El ex del Brose Baskets, al que Tabak volvió a hacerle un hueco en el cinco titular ante los problemas estomacales de un Lampe que escuchó música de viento, fue uno de los artífices del insultante dominio. Durante la primera mitad, gobernó la zona con una autoridad insultante, impuso su espigada figura para cambiar tiros, empequeñeció al fornido Savas y atacó el aro rival con contudencia. El técnico croata le concedió una elevada cuota de minutos que no desaprovechó. Sus compañeros no siempre le buscaron con ahínco en las cercanías del aro, pero Pleiss fue capaz de facturar infinidad de canastas gracias a su tesón y a su pelea para rebañar algunos providenciales rebotes de ataque.
Quien también aspira a dar un paso al frente es David Jelinek, sin continuidad hasta la fecha debido a sus problemas musculares. El exverdinegro firmó un notable bautismo en la Euroliga, donde se le había resistido el debut en las últimas semanas a causa de la rotura en el bíceps femoral. En busca todavía de su mejor tono físico, demostró que por falta de ganas no será y que, ante todo, es un lanzador compulsivo al que no le tiembla el pulso a la hora de efectuar una suspensión desde cualquier lugar. Capaz de armar el tiro a una velocidad vertiginosa nada más salir del bloqueo, el checo actuó durante la totalidad de un segundo cuarto al que puso el broche de oro con una acción digna de la más rutilante estrella americana. Apremiado por el reloj, se quitó de encima a un oponente gracias a un reverso y embocó un tiro imposible desde el medio campo que provocó una ovación atronadora en el gélido recinto vitoriano. Su influencia ya fue menor en los minutos de la basura, aprovechados por algún integrante del Fenerbahce para maquillar sus números y poco más.