Son los malos de la película, los tipos que consiguen elevar la temperatura en el Buesa Arena y que casi siempre están presentes cuando los ánimos se caldean sobre el parqué. El baskonismo, que tiene sus filias, también tiene sus fobias. Y aunque hay una serie de personajes a los que todo el mundo señala como los grandes enemigos, reconocen asimismo que, como reza el anuncio, cuanto mejor es el malo mejor es también la película.

El listado ha cambiado poco con el paso de los años. Son los que fueron, pero un poco más viejos. Lo que sí ha experimentado alguna variación es la consideración que se tiene de alguno de ellos. Lo que en su día fue aversión, hoy es respeto o impotente rabia. Y sobre lo que no existen dudas es sobre los equipos con los que se mantiene una rivalidad más enconada.

"Diría que cualquiera que pasa por Madrid y Bilbao tiene bastantes papeletas de entrar en la lista", reconoce Zuriñe Eguiluz, aficionada que ha seguido al Baskonia en la Final Four y media docena de ediciones de la Copa del Rey. "Pero más que por las ciudades en sí, que no puede negarse que existe cierta rivalidad, también por cómo se han comportado esos equipos en los últimos años", añade.

Sea por uno u otro motivo, lo cierto es que los jugadores que figuran en las primeras posiciones de esta lista de enemigos irreconciliables del baskonismo comparten su paso por Real Madrid o Bilbao Basket. Todos los hinchas consultados coinciden a la hora de señalar al hombre que encabeza la lista. "Sin duda Mumbrú", asegura Javi Marquínez. "Siempre que ha venido por aquí la ha liado. La ha montado con todos los equipos".

El alero catalán, formado en la cantera del Joventut, se granjeó durante sus años en las filas merengues la enemistad de la afición del pabellón que acoge esta edición de la Copa. Sin embargo, ha sido durante su etapa en Bilbao donde de verdad ha pasado al siguiente nivel. "Creo que se ha tomado demasiado en serio lo de la rivalidad", apunta Aitor Pérez, otro abonado del Baskonia que ha convertido en hábito lo de acompañar al equipo azulgrana a la Copa.

Mumbrú es sin discusión el primero, pero le siguen otros que también se han habituado a soportar la música de viento y los gritos de la grada cada vez que visitan Vitoria. "Son todos amigos. Después de Mumbrú, yo colocaría a Hervelle y a Felipe Reyes, aunque a éste en los últimos años se le respeta mucho más", asevera Marquínez. "Creo que Rudy se lo está ganando también a pulso", incide Zuriñe. "Es verdad. Lo que pasa es que desde que empezó a hacer las tonterías que le ha dado por hacer ahora no ha pasado por el Buesa. Veremos cómo reacciona la gente en la Copa. No creo que sea tampoco de los más queridos", intercede Josu Aguirrezabal, desde 1982 en la grada.

El alero del Real Madrid, no obstante, aún no ha logrado colarse en el podio de los más pitados. A pesar de que se le recuerda un enganchón durante su etapa en el Joventut con Andrés Nocioni, con quien podría volver a verse las caras en semifinales, tendrá que trabajar duro para relevar del tercer escalón al belga Axel Hervelle, a quien también se le suele dedicar bastante cariño. "Es uno de los más odiados porque reparte mucho. Además es bastante cobarde, porque siempre se mete con los pequeños, con los exteriores. Cuando tiene alguna con un pívot suele salir escaldado", opina Marquínez.

Sorprende al sondear la opinión de los aficionados que dos de los tipos que más broncas han recibido a lo largo de los últimos años hayan desaparecido de las primeras posiciones de esta ingrata lista. Felipe Reyes y Juan Carlos Navarro, al menos para la mayoría, parecen haberse ganado el respeto del baskonismo. "Creo que a Felipe la gente le da el mérito que tiene como jugador. Sobre todo a raíz de que se dijera que podía venir aquí, se dieron más cuenta de lo que valía. A mí no me habría importado en absoluto que lo ficharan", se sincera Aitor Pérez.

"Cuando estaban Scola y Splitter, tenía un antagonista claro y sus piques eran tremendos. Ahora se le respeta mucho más sin duda", ratifica Marquínez. Sin embargo, Felipe no es el único que ha experimentado este proceso. Juan Carlos Navarro, aún muy criticado por su expresividad sobre el parqué, parece ahora mismo más admirado que odiado. "El famoso cántico de Vete al teatro se le canta un poco por envidia y rabia también. Es un fenómeno que te la clava hasta cuando se cae al suelo", asegura Aguirrezabal. El resto coincide. "Navarro, más que odio, genera desesperación. Es un poco teatrero y se le canta, pero es un dios del baloncesto", se deshace en elogios Javi Marquínez. "Cuando peor lo tiene te clava dos triples. Está claro que la gente le grita, pero al final todos nos rendimos a la evidencia. La gente aquí sabe de baloncesto", asume Aitor Pérez.

Y es que resulta probable, como reconocen, que los cánticos, los abucheos y los gritos que les llegan desde la grada a algunos más que amilanarles les espolean. Navarro es un ejemplo claro, pero parece que se repite en otros casos. Incluso en las filas del propio Caja Laboral. "Eso se ve con el Chapu. Cuando le ponen a caldo, saca fuego. Pero también con los rivales", explica Aitor Pérez. El propio Alex Mumbrú, un jugador sobrado de confianza y autoestima, suele rescatar lo mejor de su repertorio cuando todos los elementos parecen en su contra. "Muchas veces resulta contraproducente. La gente la toma con algún jugador y acaba saliéndose. Sin ir más lejos con Mumbrú. ¡Menudo carácter tiene!", ensalza Aguirrezabal. "Algunos se ponen muy cachondos, parece que hacen lo que hacen para ponerse al público en contra y motivarse. A Navarro y Mumbrú les funciona", adhiere Marquínez.

Resulta curioso que Real Madrid y Bilbao Basket acaparen los focos de la ira del baskonismo cuando en los últimos años el gran adversario deportivo ha sido el Barça. "Los duelos con el Barça, salvando lo de Navarro, han sido siempre más amigables", reconoce Zuriñe, que aboga por disfrutar y alimentar la sana rivalidad con los vecinos vizcaínos. "El problema que hay es que trabajo en Bilbao y luego hay que aguantarlos. Cada vez que ganan algo, aunque no han ganado nunca nada en realidad, se ponen insoportables", bromea.

ambiente de basket Estos cuatro aficionados, representantes de diversos sectores de la grada del Buesa Arena, también coinciden en destacar y celebrar el ambiente de camaradería que se respira en el baloncesto en general y en la Copa en particular. "Por suerte no existe el fanatismo de otros deportes. El año pasado en Barcelona, por ejemplo, mi hermano estuvo mezclado con la afición del Barça, luego con la del Madrid, y todos de buen rollo. No hay nunca problemas", evoca Marquínez. "La afición del Buesa no es absoluto violenta. Silba y pita, pero no es como en otros lugares. Creo que hay mucha cultura de baloncesto y eso se nota", sentencia Aguirrezabal. Y añade: "Además no la toma con nadie por nada. Para que alguien entre en su lista tiene que hacer varias cosas, no sólo una". "Siempre hay algún burro que no debería salir de casa, pero por suerte en el basket el pique es siempre sano", afirma Pérez.

Aun así, los malditos se llevarán su ración de pitos y abucheos durante la Copa. El baskonismo, siempre mayoritario independientemente de donde se juegue, tratará de llevar en volandas a su equipo en un torneo que se presume complicado y en el que viejos conocidos volverán a pisar el parqué del Buesa. ¿Cómo se recibirá, por ejemplo, a Brad Oleson? "A los ex se les acoge casi siempre bien", apunta Zuriñe. "Quizá reciba una pequeña pitada de inicio, pero es un chico que no ha hecho nunca ruido. ¡Es sosoleson!", bromea Aguirrezabal. "Laso, que es el entrenador del Madrid, siempre recibe una ovación. Se reconocen los méritos por encima de la rivalidad", asevera Aitor Pérez.

La lista, aunque apenas ha cambiado, se mantiene abierta. Los malditos regresan a Vitoria. Recibirán, como siempre, una ración de abucheo que muchas veces se mezcla con admiración. Al fin y al cabo, son estos malos los que hacen tan buena la película.