Vitoria. A finales de la década de los ochenta, en la NCAA, el equipo de la Universidad de Loyola saltó a la fama gracias a un estilo de juego espectacular que se sacó de la manga el maestro Paul Westhead. Los Lions, un combinado hasta ese momento anónimo, se convirtieron en la gran sensación del baloncesto universitario porque jugaban a algo a lo que no jugaba nadie pero que luego otros imitaron. Incluso en la NBA. Sin medias tintas, sin hacer prisioneros, durante tres temporadas consecutivas desplegaron un estilo ofensivo, fresco, y fijaron récords de anotación que todavía hoy siguen vigentes. Westhead gestó un modo de entender el basket que descansaba en un ritmo frenético, una defensa agresiva y una anotación muy alta. Y salvando las distancias, da la impresión de que el nuevo Baskonia ha encontrado en aquel modelo, que se denominó run and gun, cierta inspiración.

El conjunto azulgrana ha cambiado mucho en apenas unos meses. Del estilo mustio que llegó a presentar en algunas fases del pasado curso y que provocó cierto grado de desánimo en la grada del Buesa Arena se ha pasado a uno más reconocible y que, incluso antes de que recoger los frutos de los resultados, inspira un considerable grado de ilusión. El baloncesto que Ivanovic ha decidido que quería desplegar con su nueva plantilla comienza a verse reflejado en la estadística. Sobre todo en un apartado, el de la anotación. Aunque todavía es pronto para extraer conclusiones definitivas, el Caja Laboral se ha convertido en un equipo más brillante en ataque. Así lo atestiguan los 81 puntos que ha promediado hasta la fecha en sus cuatro citas oficiales.

Se podía incluso echar la vista más atrás y acudir a los amistosos. Sobre todo los disputados con un plantel de mínimas garantías, tras el Preeuropeo y las primeras bajas. Entre el Triangular de Logroño, el Trofeo Diputación y la semifinal de la Euskal Kopa, el cuadro azulgrana jugó otros cuatro encuentros. Y en sólo dos anotó menos de 80 puntos, una marca que se ha convertido en rutina. Ya en competición oficial, el peor registro llegó en el debut liguero, en el Príncipe Felipe. Los pupilos de Dusko Ivanovic se quedaron en 75 puntos.

A partir de ahí, crecieron tanto en anotación como en sensaciones. Porque el equipo, como resulta evidente, sigue en fase de construcción. Ante el Cajasol se llegó a los 90, en Atenas fueron 81 y el sábado en Las Palmas otros 80. En total, 326, que vienen a arrojar una media de algo más de 81 por cita. No es el run and gun de Westhead, que superaba con holgura la centena, ni el de los Suns de Mike D'Antoni, pero desde luego el juego que despliega esta nueva versión del Caja Laboral, consecuencia de una acumulación enorme de jugadores con capacidad para sumar, tiene poco que ver con el que desarrolló la decepcionante temporada pasada, que quedará grabada en los anales como la primera en la que el equipo azulgrana quedaba fuera de la Euroliga a las primeras de cambio.

Los números pueden en cierto modo reflejar el tremendo cambio experimentado. Esos 81,6 puntos de media que jalonan actualmente su trayectoria quedan a una distancia sideral de los 72 que mostraba en la clasificación en la tercera jornada la temporada pasada o de los 74,8 con los que cerró la fase regular de la ACB. Antes, sin que tampoco ello supusiera que se tratara de un equipo intratable en defensa, le costaba horrores producir. Por ahora, da la sensación de que eso ha cambiado.

Los amigos de las coincidencias encontrarán curioso el hecho de que para dar con una temporada en la que el cuadro baskonista rondaba estas cifras de puntos anotados hay que echar la vista tres años atrás. En los albores de la campaña 2009/2010, la que acabó con el inolvidable dos más uno de Fernando San Emeterio y el tercer título liguero, el conjunto de Ivanovic comandaba la tabla con tres victorias y ninguna derrota, así como con una media de 82,6 puntos por encuentro. Aquel equipo con el que nadie contaba a priori para colarse en la fiesta que algunos quisieron bautizar con demasiado precipitación como "liga bipolar" basaba, como el actual, su éxito en un amplio abanico de amenazas. Existía un equilibrio entre las opciones interiores y exteriores, gracias en gran medida a la presencia de un pívot dominador como Tiago Splitter, que en estos primeros compases del curso se quiere adivinar en un equipo que deberá tender a eso cuando al final la mala fortuna deje de sacudir en forma de lesiones.

Con Lampe cada vez más cerca de su mejor nivel, el equipo de Ivanovic volverá a disponer de un referente interior. El polaco, como se vio incluso el pasado ejercicio, puede considerarse como el gran termómetro de un equipo que requiere de ese equilibrio dentro-fuera que tanto echó en falta la temporada pasada. Con él el Caja Laboral fue más competitivo en el tramo final del curso. Y este año se sigue el mismo camino. Los parciales de los primeros partidos así lo reflejan. Es el segundo jugador con mejor balance de puntos encajados y anotados en cancha de la plantilla. Con Lampe -que apenas jugó dos minutos en Zaragoza- sobre el parqué, el cuadro gasteiztarra acumula un parcial favorable de 27 puntos. Sólo Nemanja, que está asumiendo muchos minutos en este primer tramo del curso, lo supera con 35.

El equilibrio puede llegar a ser la clave del éxito futuro para este nuevo Baskonia del run and gun. Primero el equilibrio entre juego exterior e interior, y más adelante el equilibrio entre ataque y defensa. Como se vio en Las Palmas, donde el equipo desplegó además su mejor actuación defensiva hasta el momento, cuando se frena al rival, se recuperan balones y se controla el rebote defensivo resulta más sencillo anotar. Quizá todo es un truco. Es probable que al final Ivanovic quiera imponer de nuevo el éxito desde la defensa, como siempre ha preconizado, pero con otra fórmula. La de los Lions. La de Westhead.