Vitoria. Apenas han pasado unas horas desde que el nuevo proyecto del Caja Laboral se estrenó en competición oficial y ya se cuentan por docenas las preguntas que surcan los cielos de la capital alavesa tras el primer revés recibido en Zaragoza. La contundente derrota ante el CAI apenas tendría repercusión de no ser porque en el Príncipe Felipe se contemplaron algunos detalles que vienen a confirmar lo que se venía apreciando durante la pretemporada y no parece sencillo de solventar.

La plantilla que Josean Querejeta ha puesto en manos de Dusko Ivanovic para tratar de volver a la pelea por los títulos se antoja insuficiente, desequilibrada en cuanto a su composición, y va a exigir un ejercicio de trabajo de campo enorme para sacar de ella un equipo competitivo. El primer objetivo, sin duda, debe pasar por dotar al equipo azulgrana de identidad propia, algo que por el momento parece distante. En gran medida porque no encaja con los moldes en los que tan cómodo se ha encontrado este club en el pasado.

Por unos motivos u otros, el verano se ha tornado muy complicado para la directiva baskonista. En las oficinas del Buesa Arena se ha tenido que cambiar de planes sobre la marcha varias veces. Casi siempre por culpa de circunstancias externas, por las evidentes limitaciones económicas e incluso por la habitual tendencia de la directiva a apretar al máximo en las negociaciones. Pero una vez se confirmó la continuidad de Ivanovic, que asumió una rebaja de nómina para ajustarse al patrón que han ido siguiendo muchos de sus pupilos, al club parece haberle faltado tiempo y recursos para redondear la plantilla y al preparador montenegrino le han faltado días para lograr que el equipo empiece a carburar. Ha llegado cogido por hilvanes al arranque de la competición oficial.

En una ACB en la que se ha recuperado el concepto bipolar ante la evidente brecha económica que separa a Barcelona y Real Madrid del resto de los contendientes, la pregunta que asalta al aficionado azulgrana parece evidente. ¿De verdad hay plantilla para volver a mirar a los ojos a los dos grandes trasatlánticos del baloncesto español? Desde luego, a primera vista parece complicado. Pero la historia reciente del club vitoriano, con ese tercer título liguero que dinamitó cualquier pronóstico, aconseja a tirar de prudencia cuando todavía queda tanto pescado por venderse. Aunque parece claro que hasta que el equipo no se defina, no se podrá conocer su verdadero techo.

Desde el club, entretanto, se mantiene cierta prudencia en las declaraciones. Con un pabellón con 15.500 asientos, una crisis que seca cualquier bolsillo y muchos meses de ilusión por explotar, resultaría una imprudencia reconocer que los equipos del segundo escalón se han quedado muy descolgados en cuanto a potencial de los del primero. Pero las sensaciones en el seno de la entidad, como reconocen fuentes consultadas por este periódico, coinciden con las del resto de los mortales. De hecho, no se pierde de vista la opción de volver a recurrir al mercado para buscar un cuatro de garantías con el que dotar de mayor equilibrio a la plantilla.

decisión No se hará ningún movimiento, eso parece claro, hasta que el equipo sedimente y ofrezca su medida real. Pero antes Ivanovic debe decidir a qué quiere que se juegue. O a qué se puede jugar con las piezas de que dispone. Hasta ahora no parece haberlo hecho. O al menos no ha tenido tiempo de que sus decisiones se trasladen al parqué. En Zaragoza se vio a un equipo demasiado desajustado en ataque, con piezas quizá más dotadas para un nuevo estilo que para el baloncesto de control que tanto apasiona al montenegrino. Y además se apreciaron notables carencias defensivas, que habrá que ver si son coyunturales o sólo estructurales.

La marcha de un ancla como Pablo Prigioni invita a plantearse otras opciones. Ninguno de los tres timoneles que hay en plantilla encaja en el perfil del argentino. Rochestie y Heurtel, además, comparten su tendencia hacia un baloncesto revolucionado, del que Ivanovic se ha mostrado poco partidario, como incluso les indicó a sus hombres desde la banda en Zaragoza. Con piezas todavía en la enfermería y mucho trabajo de ensamblaje por delante, el aficionado azulgrana debe aferrarse a dos virtudes como la paciencia y la prudencia antes de sacar conclusiones precipitadas. Eso sí, el técnico debe definir cuanto antes la personalidad de un equipo que debe ser eso, equipo, si quiere recuperar sus opciones de título.