Vitoria. Las autoridades han activado la alerta naranja por las elevadas temperaturas que se pueden concentrar entre Betoño y Zurbano a última hora de la tarde de hoy. La semifinal más caliente del play off más caliente de los últimos años realiza parada en Vitoria. El Buesa Arena, otrora feudo inexpugnable, siempre escenario talismán, se apresta a vivir el partido más importante de una serie que se ha incendiado tras las declaraciones de Josean Querejeta, gurú del baskonismo, en torno al arbitraje que recibió su equipo en el segundo partido de la serie disputado el pasado sábado en la capital. La afición, como el equipo, está preparada para vivir una de esas noches que perdurarán ad aeternum en la memoria colectiva. La cita tiene todos los ingredientes para ello. En una eliminatoria que hasta el momento se refleja como un pulso en el que nadie ha logrado tomar ventaja, este tercer asalto puede resultar, si no definitivo, sí determinante. Pero el Baskonia cuenta con una ventaja, obtenida merced al delicioso ejercicio de ilusión que firmó en el primer partido: pase lo que pase, todo sucederá bajo el manto del Buesa Arena, a la vista de 15.000 gargantas que jamás han abandonado a su equipo y que, en estas citas, siempre suponen una ayuda extra, más aún en el contexto en el que se va a celebrar este crucial partido.
Josean Querejeta no es nuevo en esto. El mandatario azulgrana rara vez pega puntada sin hilo. No habla por hablar. Cuando lo hace, suele buscar un fin, que en este caso resulta evidente. Sus declaraciones en torno al doble rasero de los colegiados en el duelo del sábado contribuirán a caldear el infernal ambiente con el que se va a encontrar el Madrid de Laso esta noche.
Los árbitros apenas han tenido incidencia en el desenlace de los dos primeros episodios de la serie. Desde luego, no más que el sonrojante desperdicio de tiros libres que han perpetrado los profesionales de ambos conjuntos o la capacidad de cada equipo para tratar de imponer el ritmo de juego que más le interesa. Pero en baloncesto la estadística pesa. Y lo cierto es que, con el papel en la mano, habrá quienes hayan clamado contra los colegiados con la exigencia de una distribución más equitativa de las sanciones. Todo esto pesará, y más tras las palabras del presidente azulgrana, cuando arranque el choque y se incendien las gradas, que se incendiarán. Porque hoy en el Buesa Arena se va a sentir el calor de una afición que, tanto en número como en calidad, no tiene parangón en el panorama de la ACB.
La batalla anímica va a ser tan importante como la táctica. Quizá incluso más. El Madrid tiene jugadores valientes, de esos que no se arrugan en este tipo de escenarios. De hecho, ya lo demostraron en la Copa del Sant Jordi, apropiándose del título contra el Barça ante su propia afición. En el Caja Laboral, en cambio, la valentía de muchos sigue bajo sospecha. La baja de Andrés Nocioni, capaz de cambiar cualquier partido con un par de arreones de testosterona, se va a acusar en la batalla psicológica que ya se encargó de azuzar un clásico como Felipe Reyes -sin duda uno de los favoritos de la grada del Buesa- cuando se encaró con dos jóvenes como Nemanja Bjelica y Thomas Heurtel en los minutos finales del último encuentro. El Baskonia, no obstante, necesitará que alguien dé un paso adelante para no dejarse amedrentar ante un equipo que se alimenta de los miedos y los explota con un baloncesto eléctrico que saca muchas canastas de los estados de confusión del oponente. Con Prigioni, desde luego, no basta.
el pulso táctico La otra batalla, la de las pizarras, se registrará grosso modo en los mismos términos que hasta la fecha. El Madrid quiere correr; el Baskonia necesita impedirlo, a costa de un esfuerzo adicional en la pelea del rebote ofensivo y de regalar excesivas faltas de las denominadas tácticas para cortar cualquier posibilidad de contraataque. Las coordenadas hacia las que cada equipo pretenderá guiar el duelo parecen claras. Volverá a ser un choque de contrastes. El mejor ataque de la competición intentará imponerse a la que, sobre todo en play off, está resultando una defensa sorprendentemente sólida, digna de un colectivo que aspira a dinamitar los pronósticos para hacerse con el título. Habrá, eso sí, una novedad que puede alterar esta situación de equilibrio: la vuelta de un Mirotic que puede aportar al Madrid una amenaza exterior que el resto de los componentes de su batería interior no han tenido.
La clave, en cualquier caso, estará casi tanto en la grada como en el parqué. El Caja Laboral ha crecido en estas últimas semanas hasta hacerse digno de una afición que ha recibido muchos más reveses que alegrías este curso. El equipo azulgrana está en disposición de tumbar al que todos consideraban -y consideran- el gran aspirante al título liguero. Pero el calor del Buesa Arena puede derretir incluso al más pintado.