vitoria. Si hay una ambiciosa apuesta de Josean Querejeta que, de momento, no está dando los frutos apetecibles y ha defraudado por completo, ésa no es otra que Dejan Musli. Se esperaba que el bisoño interior serbio, cedido desde hace dos meses en el Mega Vizura de la liga serbia, aprovechase su estancia en su país natal y, concretamente, en el club presidido por su influyente representante (Misko Raznatovic) para relanzar su carrera, pero los números indican hasta la fecha todo lo contrario. Con unos discretos 5,2 puntos y 3,8 rebotes de media en casi 16 minutos de juego, el poste azulgrana -con lo que queda de éste y tres años más de contrato- se muestra impotente para dar el salto de calidad que todos los estamentos del club vitoriano sospechaban.

El joven que tiranizó el baloncesto continental durante su prometedora etapa junior, por encima incluso de otras piezas mucho más curtidas en la actualidad como el lituano Jonas Valanciunas y el turco Enes Kanter, sigue completamente estancado en su juego y no emite las pertinentes señales de vida que inviten a pensar en que puede erigirse dentro de unos años en un pesado pesado dentro del mundo de la canasta. Casi dos años después de recalar en el Baskonia tras su inicial llegada a prueba por espacio de diez días, las dudas ya asaltan sobremanera sobre el acierto de su contratación. Lo sospechoso del asunto, además, es que alguno de los entrenadores que le ha dirigido, léase Porfi Fisac, ya ha dejado entrever su falta de ambición y discutible hambre para granjearse un nombre. Y eso en un chico con 21 años recién cumplidos es ciertamente difícil de entender.

Si su bisoñez fue la causa hasta cierto punto esgrimida para que fuera relegado al ostracismo en Vitoria por Dusko Ivanovic, sus oscuros periplos tanto en el Fabi Shoes Montegranaro, donde unas supuestas fiebres le impidieron jugar, como en el Fuenlabrada tampoco han permitido descubrir la auténtica realidad de un pívot del que ya se recela en exceso para que pueda erigirse en la futura referencia interior del Caja Laboral en la pintura. Dada su juventud, todavía tiene tiempo de enderezar el rumbo, pero en ningún sitio -menos aún en Vitoria- se espera en demasía a los rezagados que no quieren subirse al tren.