La friolera de ocho temporadas después, como si el tiempo no hubiese pasado tan deprisa, Andrés Nocioni volvió a enfundarse la elástica azulgrana. Ver al santafesino defendiendo nuevamente los colores baskonistas fue la única noticia positiva que rescató ayer el Baskonia de su infausta visita al Centro de Tecnificación. Pedro Llompart acabó amargando la matinal en la que el Chapu firmó un regreso esperanzador a la Liga ACB con ocho memorables minutos iniciales en los que su actuación invita a soñar con la difícil proeza de conquistar el cuarto entorchado de la historia.
Fue precisamente en ese corto intervalo de tiempo cuando el albiceleste destapó el tarro de las esencias, condensó lo más granado de su actuación y comandó el buen inicio vitoriano. Con cuatro canastas de todos los colores, erigiéndose en una figura letal para la aguerrida defensa planteada por Vidorreta, Nocioni hizo rememorar sus veladas más álgidas en el glorioso Taugrés de antaño. Su presencia ha ilusionado de tal manera a la masa social que hasta se pudieron ver en la pista levantina varias pancartas en su apoyo. Una rezaba, Chapu qué bueno que viniste, mientras que en otra se pudo leer Vuelve la Chapumania, ambas con el dorsal 55 bien visible.
Sin embargo, no todo fueron buenas noticias en su estreno. Nocioni demostró que no ha perdido el carácter ni la calidad que siempre exhibió en Vitoria, pero todavía tiene que pelear contras las limitaciones derivadas de su poco rodaje. A nadie se le escapa que habrá que aguardar todavía un margen de tiempo para asistir a su explosión definitiva. Su escaso tono físico, producto del desmedido tiempo que ha calentado banquillo por las diferentes canchas estadounidenses cuando militaba en los Kings y más recientemente los Sixers, obliga a dosificar al máximo sus esfuerzos en aras de no sufrir ningún percance muscular que ralentice su puesta a punto. Y eso es lo que hizo Dusko Ivanovic, que finalmente le concedió poco más de catorce minutos en su primera aparición oficial.
espectador de lujo El santafesino, de hecho, no actuó en el segundo cuarto ni en los minutos de la verdad cuando se cocía la identidad del ganador. El entrenador montenegrino apostó para esos minutos por dos hombres que gozan hoy en día de su total confianza como Brad Oleson y Pau Ribas. Incluso Thomas Heurtel se vio obligado a desempeñar funciones como finalizador en el puesto de dos ante el escaso rodaje de Nocioni y la sensible ausencia de San Emeterio por una pubalgia. Tras su esplendorosa puesta en escena, el ex de los Bulls apenas se dejó sentir y acabó contagiado por la mala dinámica negativa de un Baskonia que acabó quemado en la hoguera.
El Chapu conserva intactos ciertos rasgos de su personalidad. Como los constantes gestos de apoyo que dedicó a sus compañeros en los prolegómenos del duelo o una durísima falta que cometió sobre Koné cuando éste se disponía a maltratar el aro. El africano recibió una de las clásicas caricias del argentino, un gladiador de lujo dispuesto a defender a capa y espada su escudo. Si consigue inocular parte de su mentalidad ganadora y carácter a alguno de sus compañeros, su fichaje estará más que justificado.