CAJA LABORAL Heurtel (4), Oleson (3), San Emeterio (9), Teletovic, Milko Bjelica (8)-cinco inicial-, Ribas (17), Prigioni (6), Nemanja Bjelica (15) y Seraphin (21).

LAGUN ARO Salgado (5), Baron (22), Vidal (9) Panko (11), Doblas (16) -cinco inicial-, Lorant (4), Papamakarios (6), Raulzinho (8) y Adeleke ().

Parciales 20-22, 15-28, 26-10, 22-21.

Árbitros García González, Sacristán y Sánchez Mohedas. Eliminaron a Doblas.

Pabellón Iradier Arena, ante 5.600 espectadores.

Vitoria. Una primera parte para olvidar como antesala de una reacción enérgica comandada por dos baluartes estelares. El Caja Laboral sudó ríos de tinta para sellar un agónico billete hacia la final de la Euskal Kopa. Gracias a la sensacional aportación de Ribas y Seraphin, una fuerza de la naturaleza bajo los aros que posibilitó un sustancial cambio del negro panorama, el cuadro alavés sobrevivió a veinte minutos iniciales caóticos donde no dio una a derechas y dejó excesivas sombras en su espeso baloncesto. Lo habitual a estas alturas de la temporada cuando los equipos no han engrasado la maquinaria y se encuentran a años luz de su mejor estado.

La chispa del catalán, varios escalones por encima de Oleson, y la implacable contundencia del fornido poste galo, que atropelló a sus pares amparado en su descomunal poderío, reventaron la titánica resistencia de un Lagun Aro que se ahogó en la orilla. Visto lo visto, conviene rezar para que el lockout de la NBA se dilate lo máximo posible y el club mantenga en sus filas al interior de los Grizzlies, una verdadera joya a sus 21 años para el baloncesto europeo que ya ha encandilado a la grada pese a acumular contadas sesiones de entrenamiento a las órdenes de Ivanovic.

La buena imagen ofrecida en el Trofeo Diputación ante el Real Madrid careció de continuidad ayer ante un rival más modesto pero con hechuras interesantes en busca de la consolidación en la Liga Endesa. Si el bautismo en el Iradier Arena en un duelo emotivo dejó un reguero de noticias positivas para otorgar un voto de confianza al nuevo proyecto baskonista, la jornada de ayer retrató una realidad diferente. En concreto, la del ingente trabajo que resta por cumplimentar para alcanzar un mínimo grado de solidez. Si el Caja Laboral despertó a tiempo del letargo para aspirar el próximo 4 de octubre al reinado en el baloncesto vasco por segundo año consecutivo fue más por el amor propio y la casta de algunos componentes de su plantel -con mención especial para un Nemanja Bjelica en este apartado- que por aspectos intrínsecos a su dubitativo juego.

Mucho por mejorar Con numerosas piezas por ensamblar, pendiente de la recuperación de los lesionados y anclado en la rampa de lanzamiento hacia la consecución de una identidad, este Caja Laboral se encuentra inmerso en una dura batalla contra sí mismo y su propia falta de entrenamientos de calidad. A pocos días de poner en juego el primer título de la temporada, Ivanovic deberá sacarse varios conejos de la chistera para acelerar el logro de un estilo que marque el camino a seguir y defina la personalidad de un grupo sobre el que pesan varias incógnitas.

De ahí que la primera parte de ayer deparara unos réditos funestos y el cuadro vitoriano se viera atropellado por un Lagun Aro más rodado, estable y con las ideas claras a la hora de explotar la vulnerabilidad local. La catarata de pérdidas, la tibieza defensiva, el pésimo balance a la hora de correr hacia atrás y la perfecta sincronización colectiva de los visitantes se tradujeron en un marcador, por momentos, demoledor y concluyente. Un sonrojante colchón de dieciseis puntos (30-46) favorable a los donostiarras labrado a base de seriedad, constancia y la precisión exterior propia de un cirujano. Panko, Baron y Doblas desfiguraron el rostro alavés con una facilidad desgarradora.

En los momentos críticos, sólo Ribas dio con la tecla adecuada para encender la chispa a un anfitrión que se activó a partir del descanso. Junto al despliegue físico del catalán y la contundencia de Seraphin, sobresalió la pujanza de Nemanja Bjelica como falso cuatro. Como si se hubiese sometido a una transfusión sanguínea, el serbio parece dispuesto a hacer a reivindicar su sitio dentro del engranaje.

Contenida la hemorragia defensiva, el Caja Laboral cuajó sus mejores minutos de la noche en un tercer cuarto rebosante de intensidad. Teletovic y Oleson, espectadores de lujo, recibieron su buena dosis de castigo en el banquillo y cedieron el testigo a otras piezas más entonadas. Mientras el Lagun Aro se encomendó únicamente a la muñeca de Baron en el tramo crítico, el conjunto azulgrana encontró más y mejores peones. Tres triples consecutivos de Ribas y Bjelica, unidos a la dictadura interior de Seraphin, obraron el billete para la final. A partir de este viernes con el inicio de la Supercopa, empieza lo realmente serio y ya no habrá tiempo para las probaturas.