Brad oleson nunca había anotado más de veinte puntos desde que fichó por el Baskonia. Por sorprendente que parezca para un jugador en su posición, el escolta norteamericano -lastrado en su primer curso por una lesión en el tobillo- había quedado relegado a un rol defensivo en el que, por otra parte, siempre se ha sentido bastante a gusto. Tímido hasta la extenuación, el jugador que surgió del frío parecía condenado a echarse a un lado en la faceta ofensiva en beneficio de homólogos como Carl English el curso pasado o un David Logan que ayer, para sorpresa de todos, llegó a disputar cinco minutos después de que su entrenador le levantara el veto circunstancialmente.
Oleson, asesino sin balas desde que abandonara Fuenlabrada para enfundarse la camiseta azulgrana, decidió que ayer iba a ser el día de su vuelta. Excelente en su defensa a Jaycee Carroll durante toda la eliminatoria, el tirador nacido en la gélida Alaska avanzó un paso más en su potencial para la contención. Porque ayer Brad Oleson no sólo defendió al máximo anotador de la ACB. Hizo algo más. Le robó su alma.
Hasta el partido disputado en el Centro Insular de Deportes, el rubio jugador baskonista había situado su listón anotador en los 19 puntos que logró el pasado 10 de abril en Manresa. Su lanzamiento de tres puntos, de inusual perfección plástica en la ejecución, se ha convertido en su mejor -a veces único- recurso en ataque. Tal vez consciente de ello, Oleson demostró ayer que, cuando sus zapatillas apuntan directamente hacia el aro y el balón se desprende de sus manos, el triple acabará besando las redes. Ante el Gran Canaria, el estadounidense sumó un excelso porcentaje (71%, cinco de siete) en lanzamientos desde la línea de 6,75 metros y un 3/3 en tiros de dos puntos. Los 25 puntos de valoración con los que regresó feliz a la capital alavesa también son un récord en su trayectoria como azulgrana. De la mano de Pau Ribas, los dos compañeros de posición ejecutaron a la perfección la defensa asfixiante ideada por Dusko Ivanovic para empequeñecer a Jaycee Carroll. Los 11 y 17 puntos que el francotirador mormón ha cosechado en estos cuartos de final podrían decir lo contrario, pero teniendo en cuenta que hablamos de un jugador que no ha bajado de los 20 puntos en 16 partidos de esta campaña, el objetivo parece más que cumplido.
siempre en segundo plano Acostumbrado, casi obsesionado, con el segundo plano, educadísimo y siempre correcto en el trato con la prensa, Oleson es uno de los jugadores más queridos en el vestuario. Su fobia a las entrevistas le ha llevado al punto de negarse todavía a hablar en castellano delante de una grabadora pese a que en el día a día se desenvuelve con cierta soltura en esta lengua. La timidez fuera de las canchas ha sido siempre su sello de identidad sobre el parqué, incluso en su etapa de estrella mediática en Fuenlabrada, cuando su a la postre incompleto fichaje por el Madrid le situó en el centro de todas las miradas tras su espectacular arranque de temporada. Pero las cosas cambiaron cuando firmó por el Baskonia.
El triplista no metía triples. El hombre que entraba a canasta como una exhalación no penetraba. Y todo el mundo empezó a ponerse nervioso hasta que asumieron que el Oleson que habrían de ver no era el mismo que esperaban. Por eso, después de su actuación frente al Gran Canaria, después de demostrar su puntería en la cara del mejor francotirador de la competición -y, salvo sorpresa, nuevo jugador del Real Madrid- seguro que Oleson sonrió frente al espejo cuando regresó a los vestuarios. Con David Logan perdido para la causa, el grito de este vecino de Santa Claus en la nevada North Pole es un soplo de esperanza para la parroquia vitoriana.