EL que juega con fuego y transita sobre un fino alambre corre a la larga el riesgo de despeñarse. El CB Granada, rival hoy del Caja Laboral, acumula ya demasiadas temporadas coqueteando con el traumático descenso a la LEB Oro. Todo hace indicar que, dada su precariedad clasificatoria, esta vez no se librará de la quema. El combinado andaluz, envuelto en numerosas turbulencias desde que arrancara el curso, cabalga directo al purgatorio sin que nadie del club halle un antídoto para frenar su caída.
Una de las dos plazas de descenso, si no lo remedia un milagro en lo que resta de fase regular, está adjudicada de antemano al modesto oponente que esta tarde pisará el Fernando Buesa Arena. La otra parece reservada al Menorca o al Manresa, dos equipos igual de angustiados que el nazarí que todavía conservan un pequeño halo de vida. Por contra, el Granada se ha visto sacudido por un rosario de dificultades que le tiene sumido bajo tierra y prácticamente sin reales opciones de abandonar el farolillo rojo de la tabla clasificatoria.
Con tres pírricas victorias en su casillero tras la disputa de veinte jornadas -las selladas ante el Estudiantes (77-74), Cajasol (73-72) y Joventut (67-74)-, muchos entienden con razón que ya ha firmado su acta de defunción. De hecho, su última alegría data del 12 de diciembre del año pasado y ha encadenado nueve derrotas consecutivas tras una errática trayectoria en los últimos tiempos que ha puesto en pie de guerra a la afición contra la gestión de la directiva.
El delicado estado de su tesorería, esquilmada por culpa de dos embargos de un exjugador (Curtis Borchard) y otro de la Agencia Tributaria, le obligó al poco de iniciarse la campaña a desprenderse de su mejor activo: Joe Ingles. El elegante alero australiano recaló a mediados de noviembre en el Barcelona en lugar del lesionado Basile a cambio de 425.000 euros. Sin embargo, esta jugosa cantidad se halla bloqueda en un banco sin que los dirigentes puedan echar mano de ella para ser invertida en nuevos refuerzos.
Justo un día después de que Trifón Poch fuese relevado en el banquillo por Curro Segura en busca de un revulsivo para una plantilla tocada anímicamente, el Granada recibió otro golpe mortal en su línea de flotación. Robert Kurz, hasta su salida el segundo jugador más valorado de la competición tras el baskonista Fernando San Emeterio, se ausentó por sorpresa de varios entrenamientos y protagonizó hace un mes una sonada espantada rumbo al baloncesto alemán -Artland Dragons- al alegar que el club le adeudaba las nóminas de noviembre y diciembre.
Problemas La grave lesión de Roberto Guerra, los problemas físicos de otros nombres fundamentales de su engranaje colectivo como los exteriores Gianella y Stefansson, así como el decepcionante rendimiento de algunos fichajes del verano como Prestes y Samb, también han supuesto una losa insalvable para sus intereses. Para compensar tanta deserción, la entidad nazarí ha solicitado el auxilio del Unicaja en forma de cesiones. Lima y Barrera, poco útiles para Aíto García Reneses durante su estancia en la capital costasoleña, no han aportado de momento grandes soluciones a un equipo al que se le acaba el tiempo para protagonizar una reacción que le conduzca a militar un ejercicio más en la Liga ACB.