madrid. El Baskonia desafía esta noche a la lógica. En condiciones normales, su tránsito en esta Copa del Rey debería llegar hoy a su fin con un enfrentamiento, a priori, desigual ante el todopoderoso Barcelona. Sin embargo, si hay un equipo nacido para hacer realidad cualquier imposible es el que descansa en la capital alavesa y está dirigido por Dusko Ivanovic. Esta semifinal copera se antoja un momento propicio para evocar el mágico espíritu que permitió conducir la tercera Liga ACB hacia las vitrinas del Buesa Arena. Es cierto que todos añorarán la figura de Tiago Splitter, un jugador de otro planeta que resultó determinante en la defunción blaugrana, pero la tropa alavesa sigue conservando motivos para mantener la fe y no rendirse a la evidencia de su clara inferioridad de recursos.
Aquel incontestable 0-3, por el que nadie apostaba en las apuestas previas al inicio de la última final liguera sumió al baskonismo en un inenarrable estado de euforia que alcanzó su punto de mayor ebullición con el dos más uno de San Emeterio. Entre el subidón anímico derivado de la angustiosa victoria ante el Bilbao Basket y que el rival culé -sin apretar en ningún instante a fondo el acelerador- padeció algún apurillo en su pulso ante el tierno Joventut, se abre una pequeña rendija por la que intentar colarse hacia una nueva final. Soñar es gratis y, como mínimo, el Caja Laboral se halla obligado a intentar competir hasta el final para salir del recinto madrileño con la cabeza alta. Gane o pierda hoy, es factible que ambos contendientes vuelven a verse las caras en el futuro tanto en la ACB como en la Euroliga.
A partir de las 20.30 horas se producirá una encarnizada batalla entre dos equipos que, si bien a nivel doméstico están separados por una distancia sideral -nada menos que cinco victorias- se han citado para un pulso a cara de perro. Cuarenta minutos de alta tensión en los que el Baskonia debería actuar sin ningún complejo, mirar a la frente de su opulento rival y buscarle como sea las cosquillas, aunque no cuente con el respaldo de la cátedra. Algo fácil de decir en la teoría pero casi imposible de ejecutar si uno no tiene un plan pormenorizado, efectivo y prácticamente perfecto. Y es que la perfecta sintonía que interpreta el grupo de Xavi Pascual en cada comparecencia obliga a rozar la perfección para salir vivo.
Con la plantilla más compensada del Viejo Continente, que por ejemplo le permite minimizar las sensibles ausencias de Mickeal y Basile, el Barcelona parte como indiscutible favorito. Su temible línea exterior, encabezada por Ricky, Navarro y el recién llegado Anderson -sin obviar el destajista esfuerzo de dos perros de presa como Sada y Grimau- y la intimidación, poderío físico y envergadura de su quinteto interior le convierten en un muro de hormigón. El único precedente entre ambos bloques durante la presente temporada se saldó en el Buesa Arena a favor de los vitorianos, que tiraron de casta y orgullo para lograr una épica victoria (87-80). Hoy hará falta eso y más.