barakaldo. Pocas aficiones son capaces de lograr lo que ayer consiguió la hinchada baskonista. Echar abajo un pabellón de 16.000 localidades con la ayuda de sólo tres mil gargantas es una gesta que está al alcance de un puñado de equipos privilegiados.
Incluso durante la presentación, los gritos del fondo teñido de azulgrana convirtieron el BEC en un pequeño Buesa Arena. Pero si en algunas ocasiones las gradas del pabellón de Betoño se muestran más gélidas de lo que requiere la ocasión, ayer la frialdad no encontró ningún asiento en el que descansar sus posaderas.
Aunque todo resulta más fácil cuando los hombres de Dusko Ivanovic alimentan a su afición con la increíble dosis de intensidad que desplegaron ante el Bizkaia Bilbao Basket, condimentada con acciones como un potente mate de San Emeterio en el tercer cuarto -que llevó a la grada a pedir a gritos el título de MVP para el cántabro- o un triple de English que colocaba un casi definitivo 34-53 en el marcador. Fue en ese momento cuando los miles de seguidores azulgranas desplegaron sus greatest hits: desde el mitico Dale Ramón al "bilbaíno el que no vote", pasando por amorosas dedicatorias a Alex Mumbrú o gritos de ánimo a hombres que se han ganado el cariño del Buesa incluso jugando pocos minutos, como Stanko Barac o Lior Eliyahu. El día en el que el pabellón de Barakaldo batió el récord histórico de afluencia a un partido de la Copa del Rey al acoger a 14.417 espectadores -no se logró el lleno- los hinchas del conjunto de Fotis Katsikaris apenas se levantaron de sus asientos. Un tímido "patatero el que no vote" en los primeros minutos... y poco más.
Y es que sólo hacía falta otear la grada en un simple vistazo para ubicar el lugar destinado al público más enfervorecido de esta primera fase del torneo copero, con permiso de la siempre colorida Demencia. Las camisetas rojas y las bufandas azulgranas eran el mejor GPS para el espectador desubicado.
Eso sí, al igual que el propio Caja Laboral, su afición pisó un poco el freno en un último cuarto en el que el fondo norte azulgrana intercambió algún afilado aguijón con el fondo sur, propiedad de los seguidores del Bizkaia Bilbao Basket. Un adiós a la Copa por aquí y alguna que otra referencia al tubérculo alavés pusieron punto final a la riña.
Pero apenas unos minutos después, los mismos hinchas vitorianos que antes habían animado a sus hombres se desgañitaron para disparar sus últimas balas. Sólo hizo falta que el speaker dijera el nombre de Pablo Prigioni para que los pitos inundaran de nuevo la grada. No fue el único madridista en sufrir la ira del Buesa Arena, que siempre guarda unas palabras para el ínclito Felipe Reyes. Será la fuerza de la costumbre.