cuando ya nadie lo esperaba, saltó a la cancha Walter Herrmann. Faltaban tres minutos y catorce segundos para el final del tercer cuarto, y su ausencia durante la primera mitad no presagiaba que su ansiado debut pudiera cristalizar finalmente. De hecho, como el propio jugador reconoció tras el partido, ni él mismo contaba ya con disputar sus primeros minutos como baskonista cuando salió su nombre de la boca de Dusko Ivanovic.
Los gritos y aplausos en la grada anunciaron lo que estaba a punto de suceder. Cinco meses después de que su fichaje ilusionara al Buesa Arena, Herrmann dio comienzo al fin a su carrera como jugador del Caja Laboral. Con un 46-48 en el marcador, la salida del alero nacido en Venado Tuerto coincidió con los mejores minutos de juego de la escuadra vitoriana, que sin embargo dejó escapar la ventaja lograda para finalizar el encuentro con un triunfo agónico.
Con el número 35 a la espalda, la camiseta del tres argentino recibió las primeras gotas de sudor. Para encontrar su último partido en la ACB -precisamente en el pabellón vitoriano, enrolado en las filas de un Unicaja que aquel día se proclamó campeón de Liga- hacía falta retrotraerse hasta el 21 de junio de 2006. En la NBA, su participación tanto en los Charlotte Bobcats como en los Detroit Pistons fue meramente testimonial.
Pero ayer Walter Herrmann volvió a sentirse jugador de baloncesto durante los 9 minutos y 34 segundos que estuvo sobre el parqué. En ese tiempo, el exterior argentino mostró algunos de los detalles que encumbraron su juego, como sus habituales lanzamientos a una mano con la que encestó su primera canasta como azulgrana. Un tiro libre anotado de los dos que intentó y una destacable intensidad en su defensa a Kirksay fueron sus mayores virtudes en esta primera toma de contacto, en una tarde que debería ser el comienzo de una larga y fructífera relación entre el alero y el cuadro baskonista, merced a su contrato firmado para las cuatro próximas temporadas. De momento, el chico apunta maneras.