Cuando hace 20 años los propietarios de la carnicería Subiñas echaron la persiana para siempre, jamás pensaron que, cuando volviese a subirse, en su establecimiento del número 4 de la Calle Santa Lucía del barrio de Judimendi de Vitoria-Gasteiz se venderían productos veganos a granel, entre otras cosas.

Lo que comenzó como una conversación durante un desayuno entre Oihana López de Sosoaga y María Ruiz ha acabado haciéndose realidad hace 4 meses. Ahora, cada mañana, las puertas de Cuarto de Kilo se abren.

El polvo acumulado durante 20 años fue retirado, las cámaras frigoríficas se han convertido en almacén, el mostrador en el que se cortaba la carne a machete fue tratado y sirve para exponer productos, aunque conserva las muescas que la herramienta realizó y los hierros de los que colgaban ganchos y piezas de animales fueron adecentados y siguen en su lugar de origen.

El uso del establecimiento ha variado, pero estas dos jóvenes educadoras sociales han conseguido aquello que se plantearon cuando se decantaron por ese local para emprender: que pasado y presente siguieran unidos de alguna manera, que ir a la tienda a comprar lo que hacía falta para evitar desperdicios, acudir a la compra con tu bolsa o con los tarros y botellas para rellenar, fuese una rutina que volviese a nuestras vidas.

Oihana y María se conocieron siendo monitoras en un grupo scout y un encuentro en un bar en el que Oihana le comentó a María que en su trabajo buscaban gente posibilitó que su trayectoria laboral confluyera. María siempre había querido hacer algo humanitario, pero después de comenzar sus estudios de Enfermería se dio cuenta de que aquello no era lo suyo y se decantó por la educación social.

Nunca se arrepintió de eso y de haber acabado trabajando en el mismo lugar que Oihana, tampoco. De aquello han pasado 5 años. Ahora ambas comparten horas y procesos en un espacio de mediación familiar ayudando a que algunas personas establezcan relaciones sanas y seguras.

A ambas les gusta su trabajo, pero los 12 años que Oihana lleva ejerciéndolo también le llevaron a hacer un paréntesis en el que un plan B empezó a rondarle la cabeza. Y así fue como, con una taza de café en la mano, y en medio de una conversación matutina, acabó soltando algo que no pensaba que fuera a tener respuesta y que, sin embargo, la tuvo de forma afirmativa.

"¿Podíamos montar un negocio?", dijo una, "me parece una idea estupenda", respondió la otra. Y en ese momento, aunque ellas no supieran cómo acabaría, Cuarto de Kilo comenzó a gestarse. Un negocio que ellas mismas dicen que "va en línea con nuestros valores: consumo responsable, cuidar el medio ambiente, no consumir rápido..."

Sin embargo, ninguna concibe su mundo sin el trato con las personas, lo llevan pegado a su ADN y querían que estuviese presente en su faceta emprendedora. "Queríamos que fuese una tienda de barrio, en la que pudiéramos tener contacto con la gente, comentar si les ha gustado lo que se han llevado, que compartan con nosotras sus trucos y recetas€ Tomarnos la vida con calma", resume María que coincide, de todos modos, en que esto se ha materializado porque han puesto en práctica dos valores vitales en su labor como educadoras sociales: el compromiso y saber tratar a las personas.

"Cada una sola no lo hubiésemos hecho, pero nos habíamos comprometido con la otra y eso nos ha hecho seguir adelante", añade Oihana que tampoco olvida el apoyo de sus redes, que han dado ánimos cuando ha hecho falta y han reforzado una columna con cemento cuando ha sido necesario.

Sentimiento de comunidad

Aunque acaban de empezar no evitan pensar en el futuro. Por encima de todo quieren que esto perdure en el tiempo, pero Oihana piensa que podría acabar siendo su forma de vida, mientras que se compaginándolo con otras labores. Sin embargo, no es esto lo que más les preocupa.

Prefieren centrarse en esa señora que entra por la puerta y les dice que allí había una carnicería y que aprovecha para hacer la compra como la hacia en sus tiempos mozos, de las chavalas que comparten piso y bajan a comprar, de ese señor que entra a preguntar y al que tienen que explicarle que allí venden productos de alimentación y limpieza a granel, preparados veganos, pastas, arroces, especias, harina, semillas, frutos secos, legumbres, endulzantes, deshidratados, productos de kilómetro cero, que no todo lo que venden es ecológico y que, en la medida de lo posible, evitan plásticos de un solo uso.

Hubo quien les dijo cuando comenzaron que estuviesen tranquilas, que "no pasaba nada si algún día no entraba nadie, que era algo normal, sobre todo al principio". Cuando se acuerdan de aquello ambas sonríen. De momento, confiesan, no han vivido nunca esa situación y, en cambio, si que están saboreando la sensación de crear una comunidad que, alrededor de unos valores, va creciendo cada día.Una forma de consumir en aumento

Las prácticas de consumo sostenible cada vez tienen más acogida. Poco a poco, hay una mayor concienciación con el reciclaje, con el consumo de productos de cercanía o con el mayor aprovechamiento de los recursos. Comprar a granel es otra de esas prácticas que cada vez tiene más adeptos/as.

Hace años, acudir a la tienda con tu lechera a que te la rellenaran o comprar justo lo que necesitabas era la forma de consumo normal, pero poco a poco se fue perdiendo y ahora intenta recuperar el terreno perdido.

Son varios los motivos por los que la gente se decanta por la compra a granel, pero los más destacados podrían ser los siguientes:

  • — Se reduce el consumo de envases y de plásticos, elementos cuyo consumo excesivo no es recomendable para el medioambiente. A estas tiendas puedes llevarte tus bolsas, tarros, redes...
  • — Puedes comprar la cantidad exacta de lo que necesitas, lo que permite no gastar de más y llevarte a casa alimentos que, probablemente, acaben en la basura.
  • — La compra se hace al peso, por lo que a quien compra le supone un ahorro económico ya que no está obligado a comprar una cantidad mínima.
  • — Los comercios compran en sacos, a menudo directamente a proveedores, lo que reduce el transporte y como consecuencia, contamina menos.