Están tan cerca, que a veces parece que ni se les ve. Son personas que pertenecen al paisaje diario de la ciudad; con lluvia o con sol, están ahí, con el cielo como techo y el suelo como asfalto, sin la protección de un hogar y mermándose día a día por la crudeza de la calle. Cerca de 163 personas viven al raso en las calles de Vitoria, Bilbao o Donostia sin un cobijo donde protegerse del frío o de la inseguridad que ofrece la noche.

Desde el 10 de octubre del 2010 se celebra en esta fecha el día mundial de las Personas sin Hogar, una efeméride que tiene como objetivo principal sensibilizar y concienciar a la ciudadanía acerca de las personas que no tienen un hogar para vivir y que hacen de la calle su lugar de protección.

Según los datos ofrecidos por el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco a este periódico, en la Comunidad Autónoma Vasca son cerca de 2.800 personas las que viven en una situación de exclusión residencial grave, sin un hogar donde poder protegerse. Concretamente, según el último estudio realizado a principios de mayo del pasado año, se localizaron un total de 2.797 personas en situación de exclusión residencial grave.

Una proporción pequeña de todas ellas (cerca del 6%) eran personas que pese al confinamiento domiciliario y, por diversos motivos, permanecían en la calle. El 12,5% estaban en albergues y centros de acogida ordinaria y el 30,2% en alguno de los establecimientos especiales que se habilitaron para la pandemia. Además, y en este mismo sentido, de todas las personas identificadas, el 6% se alojaban en servicios de acogida para mujeres víctimas de violencia machista y un 45,4% en distintos recursos con alojamiento de servicios sociales dirigidos a personas en riesgo o situación de exclusión social.

Así, de las casi 2.800 personas halladas, 372 se encontraban en el territorio alavés (lo que corresponde al 13%), 1.468 en Bizkaia (53%) y 957 en Gipuzkoa (34%). De este número, hasta 163 personas duermen y viven a la intemperie (según los datos de mayo de 2020) frente a las 419 localizadas en octubre de 2020.

En ese mismo sentido, los estudios demuestran que son más los hombres los que acaban sin un hogar que las mujeres, por diferentes motivos. Así, el mismo estudio destaca que, entre estas personas, una gran mayoría eran hombres (91%), el 53% era de origen extranjero y un 47% tenía 45 o más años. "En términos generales puede decirse que, con respecto a años previos, las personas que en 2020 permanecían en calle tenían más edad y eran en mayor medida personas de origen no extranjero", se detalla del estudio.

El motivo que les lleva a las calles es diferente en cada historia, pero todas ellas con un mismo final. En algunos casos, el desenlace acaba con ayudas puntuales en albergues o alojamientos, pero en otros casos la ayuda que reciben no llega a la pernoctación y estas personas se ven durmiendo al raso. Según los datos elaborados por el Instituto Vasco de Estadística Eustat, la atención a personas sin hogar por los servicios sociales de la Comunidad Autónoma Vasca de Euskadi en 2020 se realizó a través de una red compuesta por 299 centros y servicios.

Esta red estuvo atendida por 2.752 trabajadores y su gasto ascendió a 65,7 millones de euros. Sin embargo, y pese a esta ayuda, las ciudades siguen mostrando el escaparate de la crudeza que ofrece la exclusión residencial grave. Personas que se esconden detrás de carteles que piden ayuda y socorro a la ciudadanía, o bancos que se convierten en lecho para los más infortunados.

Ayuda durante el confinamiento

Durante el confinamiento decretado el pasado marzo de 2020, las instituciones públicas pusieron su foco en las personas sin hogar para sacarlos de la calle y ayudarles frente a esa vulnerabilidad. Por ello, el pasado año las instituciones públicas incrementaron la inversión que realizan en la Red de Atención a personas en exclusión residencial grave. Una parte, debida a la necesidad surgida de acoger a las personas en la calle durante el confinamiento.

Así, se habilitaron 20 centros destinados a alojar a las personas sin hogar durante el confinamiento, con un total de 913 plazas de alojamiento, con una ocupación del 90,6%. Una vez finalizado el periodo de confinamiento, para evitar que la salida de los recursos de emergencia fuera a la calle, el Gobierno Vasco puso en marcha el programa Lehen Urratsa. Se trata de un programa que se ha desarrollado en el marco del Fondo Inor Atzean Utzi Gabe.

Según destacan en este sentido, la situación del confinamiento propició que las instituciones se pudieran acercar a personas que, hasta entonces, rechazaban las opciones de ayuda que tenían hasta el momento. De hecho, según concretan, "la propia situación de confinamiento permitió acercarse a personas con las que no existía un contacto previo desde las instituciones y trazar sus perfiles. Y también definir con mayor precisión, los perfiles de aquellas personas con las que existía un contacto previo".

Este trabajo permitió que las administraciones pudieran trabajar más detalladamente en los perfiles de las personas que viven al raso, sin ningún tipo de ayuda. Demandas extraordinarias en una situación de crisis sanitaria, económica, social y emocional, como las de alojamiento, manutención y otras necesidades básicas de personas y familias afectadas por la pérdida repentina de toda fuente de ingresos a causa del confinamiento. Tal ausencia de ingresos, sin ninguna capacidad previa de ahorrar ni red de apoyo social, podría abocarle incluso al sinhogarismo.

Por ello, se reforzaron los programas como Azken Sarea Indartzen, el Sistema Vasco de Garantía de Ingresos con el fin de generar alternativas. Para reforzarlo, el departamento habilitó una partida extraordinaria de 16 millones de euros en 2020 y 15 millones más en 2021. De este modo, se atendieron en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa 68.000 solicitudes correspondientes a 63.000 personas, de las cuales más del 55% eran mujeres y más del 28% menores de 15 años.

Pese a estas ayudas, las calles de las ciudades de Euskadi siguen acogiendo a docenas de personas que viven en la calle, sin recursos a los que acogerse y sin salidas laborales que les ayuden a terminar con su situación de vulnerabilidad. Días como hoy ponen en valor la necesidad de sensibilización por las personas sin hogar.