- La txakolinería Beldui de Llodio -situada en un caserío del siglo XVIII en el barrio de Gardea, en las faldas del monte Pagolar- ha retomado esta semana su proyecto de enoturismo, demostrando una vez más los motivos por los que, en 2013, le otorgaron el premio a la Innovación tanto de la Federación de Comercio y Servicios de Álava, como del Gobierno Vasco. De hecho, la bodega -integrada en la Ruta del Txakoli de Aiaraldea y adscrita a Arabako Txakolina- fue la primera en recuperar la antigua tradición de la producción de esta variedad de vino blanco en el pueblo, que data al menos del año 964; así como de lanzar al mercado el primer espumoso de txakoli de la citada denominación de origen: su ardo aparduna Sancti Victoris et Sancti Jacobi. Uno de los caldos que mayor renombre ha proporcionado a esta bodega y elaborado con método tradicional similar al del cava, tras siete años de fermentación en botella. Pues bien, ahora ha vuelto a adelantarse a todos sus compañeros de Denominación, retomando sus tradicionales visitas guiadas, paralizadas en todo el sector, durante este último año y medio, a consecuencia de la pandemia.

El gerente de Arabako Txakolina, Josean Merino, estima que la vendimia de este año se llevará a cabo “de forma generalizada, a mediados de octubre”. De cantidad de grano nadie se atreve a lanzar una cifra estimativa, después del récord de 2020, cuando se recogieron 718.000 kilos de uva (715.000 botellas), sin contar los que se quedaron en el campo, por el problema de espacio que acusaron muchas bodegas, al tener sus depósitos ocupados con el caldo de la añada anterior, a consecuencia de la bajada de ventas que trajo consigo la pandemia.