a pregunta ¿pero qué pasa hoy que están tan llenas las calles y carreteras desde primera hora? tenía ayer una rápida respuesta entre todos los que nada más poner un pie en la acera se cruzaban con madres, padres y abuelos, quienes cogían de las manos más fuerte que nunca a sus pequeños descendientes, como si así fueran a llegar antes al colegio. Un primer día de clase en Álava, que era distinto en función del curso y nivel educativo, pero que no asustaba tanto cómo el año pasado, cuando el miedo a no saber qué podía pasar en ese regreso a la actividad presencial desde que en marzo de 2020 ésta se suspendiera en todos los centros educativos vascos con el objetivo de frenar la propagación del covid y que se complicó todavía más por la huelga convocada por un "retorno seguro y consensuado".

Pero ayer, en esa vuelta al cole, nada de esa incertidumbre se vio, ya que el retorno estuvo marcado por esa ilusión de volver a empezar, tal y como la víspera habían explicado los equipos directivos de diversas escuelas de Vitoria a este diario. Una emoción que, además de entre el personal docente, también se comprobó entre los estudiantes. Especialmente, entre los más txikis, con muchas ganas de contar todas sus aventuras del verano, que para eso ya tienen la lección aprendida de que el profe de turno les pregunte a la vuelta por todo lo que han hecho en estos meses de descanso y diversión.

Muchas ganas también de reencontrarse con los compañeros, aunque esta vez, al igual que ya sucediera en la anterior vuelta al cole, sin besos, ni abrazos, porque la distancia interpersonal y las medidas anticovid tienen que seguir respetándolas en esta pandemia que, de momento, no tiene fecha de caducidad. Por eso ya tenían preparada en su mascarilla de recambio y el gel hidroalcohólico, aunque esta vez la temperatura se la tomaron en casa, tal y como les habían indicado en una circular.

Lo que sí que no faltaron fueron los saludos, entre los propios txikis, y progenitores, tal y como se veía en las grandes hileras que poco antes de las nueve de la mañana empezaron a llenar las inmediaciones de centros educativos como Urkide, en las que se iban preguntando por dónde habían pasado las vacaciones unos y otros, mientras aguardaban el turno de entrada de Infantil y Primaria. A las 11.00 horas, esta misma escena se repetía en el Presentación de María, de la Cruz Blanca, entre los de Secundaria, esta vez sin padres, o a las 11.45 horas en el Niño Jesús al recoger a los más peques.